A la conquista del club
Recibe a la Prensa en un despacho, elevado sobre la décima planta, la de presidencia, de un modernísimo edificio, de los que se denominan inteligentes, que es suyo. O de su empresa, que es lo mismo. Descorre las cortinas con un mando a distancia para que se vea todo Madrid; lamenta que la niebla oculte el horizonte. Uno se disculpa ante el retraso, Florentino Pérez mira el reloj y dice: "Si ha llegado con quince minutos de adelanto. ¿No habíamos quedado a las diez?" Primer detalle que delata que todo cuanto le rodea está calculado. Su secretaria prepara las citas con la suficiente antelación como para que la jornada del presidente no contenga tiempos muertos.Florentino Pérez no deja nada al azar. En caso de duda, aprieta él mismo la tecla de stop de la grabadora. Entonces solicita una tregua. Realizó tres interrupciones durante la conversación: para situar cuándo jugó Didí en el Madrid, para preguntar si era necesario contestar a cuánto ganaba al mes y para negarse a dar su opinión sobre las comisiones.
Es de las personas que lo más sustancioso lo dicen cuando la entrevista ha concluido. Entonces trata al periodista como un amigo al que revela confidencias. Son dos Florentinos que se complementan, porque tras, la imagen calculadora y precisa del candidato hay también la de una persona locuaz y gesticulante, sobre todo cuando cuenta el debate que mantuvo con Mendoza en la SER.
"Yo decía, pero ¡madre mía! ¿dónde me he metido? Allí estaba todo el mundo gritando: '¡Mendoza, Mendoza!' Y la mujer de él, detrás. Y yo, claro, cómo me iba a meter con él, estando la mujer. Llevábamos media hora y veía que yo todavía no había dicho nada y me dije o me lanzo o no tengo nada que hacer. Fenomenal, oye. Acabó la gente pidiéndome autógrafos".
De tales comentarios no hay pruebas. Pero los hizo y quedan reflejados, porque enriquecen la personalidad del candidato, que procura ofrecer una imagen rigurosa y seria que, según sus propias palabras, es real: "El Madrid está en estos momentos falto de rigor y seriedad, y yo creo que con mi estilo contribuyo a transmitir esto".
No cabía esperar menos de quien preside una empresa que ha realizado, entre otras obras, túneles de los metros de Barcelona y Valencia, tramos de las autopistas A19 y A17, la ampliación del aeropuerto de Santiago, el Auditorio de la Expo-92, la rehabilitación del palacio de Correos de Madrid, etc.
Al respecto, comenta: "Presido una de las principales empresas industriales del país, que factura más de 120.000 millones y que da empleo a más de 6.000 personas. Este imperio es obra de muchos accionistas que empezamos en el año 83 y que, a base de no repartir dividendos, hemos creado una gran sociedad".
Las cuestiones que hacen referencia a su vida personal las resuelve de carrerilla y sin descubrir su intimidad: "Soy una persona bastante ocupada que se dedica casi todo el día a trabajar. Como y ceno casi siempre fuera de casa y no veo la televisión, salvo cuando hay fútbol. Soy un asiduo aficionado que el sábado ve el partido que dan y el domingo, el de Canal +. El fin de semana no salgo, es para la familia".
Hay que concretar las preguntas para conocer detalles, como el que se levanta a las ocho menos cuarto, que acude al trabajo con chófer, que va escuchando la radio en "distintas emisoras", y tras decir que por la noche "la suelo oir también", se le escapa un ruego a micrófono abierto: "No me preguntes qué emisoras, anda".
Hablando de su pasado dice: "Hice ingeniero de caminos. Mis cuatro hermanos también tienen carrera universitaria. En mi casa siempre hubo un ambiente de estudios. Mi padre era muy austero, ni fumaba, ni bebía, ni nunca le he visto jugar a las cartas. Yo lo único que he jugado ha sido al mus. En época de trabajo, no; tengo como norma no jugar durante el invierno. Fumar sí, un par de cajetillas; fumo por épocas, estuve seis o siete años sin, hacerlo, volví, me volveré a quitar otra vez..."
La otra concesión que se permite es el esquí: "En Semana Santa y Navidad. La última vez estuvimos en Austria. Vamos toda la familia y con algunos amigos. En verano suelo pasar quince días en Mallorca".
Se queda algo perplejo cuando se le pregunta cuál es su sueldo: "No, yo soy presidente de un consejo de administración". No cuantifica sus ganancias: "Al tiempo que soy presidente de la compañía soy accionista, entonces mi sueldo se compone tanto de unas cantidades al mes como de los dividendos".
Asegura que es aficionado de siempre: "Voy al fútbol desde los tres años. Me iba abajo, a la barra; cada vez que metían un gol iba corriendo a contárselo a mis padres. Una vez tropecé y desde entonces tengo el labio partido; mi primera herida de guerra".
Ahora está metido en otra batalla, la electoral: "Esto es como en la guerra. Cuando estás metido en el fragor de la batalla, te gusta que los partes vayan diciendo que vas bien. Eso da moral. Cada parte de guerra me va animando más".
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