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El Barca se aferra al presente

Un gol de Bakero a seis minutos del final acaba con la resistencia del Athletic

Ramon Besa

Vive el Barça. El grupo azulgrana se aferra al presente. Aprieta los puños, cierra los ojos y se bate en el cuerpo a cuerpo. Puede que no gane la guerra. Pinta blanca la Liga y habrá rebajas en el vestuario del Camp Nou en junio. Nadie renuncia, sin embargo, a ganar la batalla diaria y a dignificar su puesto de trabajo. El espíritu de supervivencia del colectivo barcelonista de pasa cualquier certificado del defunción. Hay la sensación generalizada de que a esa gente costará tanto ganarla como -a quienes lo pretendan- echarla. Puede que el equipo no haya recuperado el crédito. No juega como antes. No divierte. Pero hoy aburre al rival. Es capaz de matar por un punto. El Athletic murió atrincherado.El azulgrana fue un triunfo agónico y por intimidación. Privado de la magia, exhibe hoy el grupo barcelonista la raza como bandera. Antes ganaba y ahora merece ganar. Esa es la gran diferencia. La ley es el orgullo. Es un fútbol muy épico, y la gesta azulgrana tiene a Bakero como cronista. El capitán Firmó siempre los goles que coronaron las mejores hazañas. Y ayer fue una de ellas. El equipo se desangró por ganar, y Bakero aniquiló al Athlétic cuando el reloj comenzaba a cantar los segundos.

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Nunca mereció el Ahtletic puntuar en el Camp Nou. El grupo de Irureta fue insensible a la pelea del Barça. Dejó que el rival jugara en su campo. Metido en una zanja contempló cómo las balas le iban silbando los oídos hasta que Hagi dejó caer una granada hacia Bakero. El rumano sintetizó el estado emocional en el que vive el colectivo de Cruyff. Quiso y no siempre pudo, porque no se conformó con hacer lo que haría cualquiera. Mejoró ayer Hagi, comenzó a gustar Eskurza, José María transmitió buenas vibraciones y Guardiola dio aire y clase al equipo. Puede que siga dejando alguna coma donde conviene un punto, pero el medio centro siempre realizó la mejor lectura del partido.

Los síntomas de rehabilitación se apreciaron tanto en el césped como en un equipo parido a partir de las bajas a última hora, por gripe, de Abelardo y Jordi. Cruyff tuvo que remover la pizarra y dejó plantado en el campo un colectivo reconocible. Tres defensas: Nadal-Koeman-Sergi; un medio centro: Guardiola; tres centrocampistas: Eskurza, Amor, Hagi; y tres delanteros: Stoichkov-Bakero y Begiristain. Futbolistas solventes.

La capacidad del grupo barcelonista para manejar el choque se apreció desde la arrancada. Presionaron mucho los azul grana. Es cierto que la línea de pase no siempre fue fluida; que la de desmarque estuvo irregular y que la de contención acertó en la recuperación y falló en la distribución. Pero el Ahtletic estuvo siempre en manos del Barça. El empuje disimuló la falta de sincronización en el colectivo de Cruyff. Hay todavía muchas funciones que se hacen a destiempo. Las ansias que tuvo el Barcelona por ganar, sin embargo, dieron un ritmo infernal al encuentro.

Los rojiblancos, pese al amparo de un árbitro que en todas las acciones discutibles se inclinó a su favor, no pudieron seguir nunca la pauta azulgrana. Aunque trataron de que el balón circulara siempre en pies de los azulgrana menos dotados no disimularon su pánico a la derrota ni su renuncia a la victoria. Camuflados en la divisoria, los forasteros sólo levantaron la cabeza cuando les dinamitaron su guarida. Fue el suyo un trabajo denso atrás y nulo delante.

Guerrero quedó a merced del tráfico. Atropellado por unos y por otros, sólo asomó en un remate franco que se le escapó por encima del larguero. Luego, entre todos, quisieron remontar y no pudieron. Malgastaron torpemente su munición con un rival que tiritaba por mantener la manta del 1-0. El marcador fue justo con el Barça. No está para goleadas, porque las piernas siguen corriendo más que el balón, pero su carrera tiene la pinta de un fondista rezagado que se resiste a perder porque justo queda aún toda la segunda vuelta.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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