Asesinos de entrenadores (II)
Tema: Villacampa y su supuesta vinculación con el cese dé su entre nador. Continuamos. La pregunta es: ¿qué hace un jugador cuando pierde la confianza en su entrenador, llega a la conclusión de que su técnico no es todo lo competente que se le supone y tiene la certeza de que, no está a la altura de la alta competición? Porque esto pasa, y lo mismo que un entrenador tiene claro lo que puede dar de sí un jugador, a éste le ocurre lo mismo. Un jugador curtido es, sin insultar, como un caballo que sabe distinguir entre un yóquey malo y uno bueno. La historia está llena de casos en los que los jugadores, estrellas en su mayoría, han apostado públicamente por el cambio de entrenador. Michael. Jordan no paro hasta que encontró en Phil Jackson un hombre con toda su confianza, dejando en el camino alguna que otra cabeza de entrenador. Magic Johnson, en su segunda temporada en los Lakers, dijo que no se divertía con el entrenador que tenía y propició su sustitución por Pat Riley. La que se liaría por aquí si, por ejemplo, Herreros hubiese dicho que no se lo pasaba bien con Miguel Ángel Martín. ¡Hasta ¡ahí podíamos llegar, los jugadores no están para divertirse, sino para trabajar!,
Estamos hablando de dos de los mejores jugadores de la historia de este deporte. Y hay muchos más. Existen momentos en los que los grandes, jugadores toman esas responsabilidades, y no deben rehuirlas. No por capricho, ni mucho menos, sino porque; al final, el mal es mayor al aguantar una situación insostenible, como es que los jugadores no confíen en su técnico.
Tenemos un ejemplo muy claro. en la selección española. El crédito y la confianza de Antonio Díaz Miguel terminó prácticamente en el Mundial de España de 1986. Ningún jugador tomó la determinación, ni individual ni colectivamente, de hacerlo público. En privado despotricaban, en público callaban. Ya sabemos todos lo que ocurrió hasta el 92. Al final, perdieron todos. Si Epi, Villacampa o Martín hubiesen hecho de Magic Johnson o de Michael Jordan (y no me refiero a jugar como ellos), la historia hubiese sido diferente. O sea, mejor.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.