Nuevos propósitos
Cuando éramos pequeños, la cosa más molesta era que nos mandaran a la cama. Todavía me acuerdo cómo me irritaba cada vez, que mis padres decían que era la hora de irse a la cama, cuanto más tarde te acostabas más mayor te ibas haciendo.Sin embargo, hoy, con unos años de diferencia, miro hacia atrás y me siendo agradecida y a la vez desilusionada. Agradecida por haber descubierto la manera de soñar, la forma de hacer volar mi imaginación, tanto que a veces no consigo conciliar el sueño por lo espléndido y maravilloso que está siendo el imaginar.
Por otra parte, desilusionada si tengo en cuenta que no lo he descubierto hasta hace poco tiempo, que he desperdiciado todas aquellas horas antes de dormir en las cuales lo único que pensaba era el porqué de te nerme que ir a dormir cuando todavía había aquel programa en la televisión que tanto me apetecía y que no podía ver porque mis padres pensaban que no era correcto.
No obstante, esta desilusión se compensa con creces por el agradecimiento. Ellos nos enseñaron lo no enseñable: hacer propósitos, planes, viajar con los cinco sentidos alrededor de las cuatro paredes de la habitación. Algo tan valioso que hoy tengo que destacar, y más ahora en este nuevo año. Sólo me queda aconsejar a todos aquellos que se quejan, no disfrutan, viven el desasosiego del día a día, que en este año 1995 se acuesten antes y dejen que el cansancio los arrime al mundo de lo soñado y de los propósitos. Porque no hay mejor momento para proponer y para decidir que antes de dormir, justamente durante esos minutos en los que, si no se conoce el truco, sólo se piensa en lo mal que ha ido el día o en qué pasará mañana.
Soñemos despiertos este año que empieza y veremos cómo nos va.-
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