Luis y Serra tapan las cartas del Sevilla-Betis más caliente de la década
La tensión domina el derbi sevillano más caliente de la última década. Sus máximos dirigentes se han encargado de incendiar el choque, a pesar de la demOstraciones de afecto que sucedieron a su pública declaración de guerra. Ningún acto de conciliación ha conseguido borrar el crudo cruce de insultos que Luis Cuervas y Manuel Ruiz de Lopera protagonizaron, con micrófonos de por medio la noche del pasado jueves.Los técnicos, Aragonés y Serra Ferrer, han recibido el encargo de encauzar el derbi hacia la prudencia.
La delegada del Gobierno en Andalucía, Amparo Rubiales, que asistió atónita a la gresca dialéctica, no pudo aplacar -pese a sus esfuerzos físicos- el acaloramiento de ambos dirigentes. Rubiales ha podido comprobar la electricidad que impregna al duelo Sevilla-Betis, desde su posición de no adicta al fútbol. Sus órdenes servirán para que la policía redoble la vigilancia antes, durante y después del encuentro. El partido, declarado de alto riesgo, conocerá un fuerte despliegue policial: 300 funcionarios, perros, caballería y helicópteros, incluidos.
Tanto Aragonés como Serra sus cartas como no lo han hecho en toda la temporada. No es un partido más. Es el derbi. Un choque con tantas connotaciones que puede decidir el devenir futuro de uno u otro equipo. Luis está muy preocupado. Moya es su jugador preferido, sobre todo por la influencia que el técnico tiene sobre la mentalidad de este futbolista. Pero Moya está entre algodones, aún dolorido tras el golpe que recibió el pasado domingo en su rodilla.
Serra Ferrer parece más tranquilo. No tiene problemas de alineación. Todos sus hombres, salvo Gordillo, están listos. El eje central puede sufrir la ausencia de Alexis, pero ningún experimente, de los utilizados por Serra fuera del Villamarín han resultado un fracaso. Roberto Ríos recibirá, si el técnico opta por alinearle, la misión de taponar la fuente: de ideas del rival y servir de trampolín para que Cuéllar o Aquino hagan daño arriba.
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