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Un colegio del barrio del Pilar sufre constantes robos y destrozos

Elsa Fernández-Santos

Las aulas del colegio público Cardenal Herrera Oria (distrito de Fuencarral) sufrieron este fin de semana un nuevo saqueo. Esta vez la principal víctima fue el despacho de la directora, Emma Montoiro. "Romper por romper, ésa es la única explicación", señaló ayer la responsable del colegio, quien descarta la implicación de alumnos en los incidentes. Según la directora, desde el pasado verano -cuando el parvulario apareció totalmente destruido y Reno de pintadas neonazis- los asaltos son continuos.

El botín, 37.000 pesetas y una máquina de escribir eléctrica, no parece ser, según Emma Montoiro, el motivo por el cual un grupo de personas destrozó durante este fin de semana su despacho.Papeles revueltos, un macetero roto y una colección de compactos de música clásica pisoteados son el rastro de los saqueadores, quienes para entrar al despacho arrancaron de cuajo una verja de más de dos metros de altura.

"Estoy segura de que ninguno de nuestros alumnos tiene algo que ver con esto", afirma tajante Emma Montoiro, quien presentó ayer una nueva denuncia en la comisaría del distrito. Fuentes policiales expresaron su hipótesis de que se trate de distintos grupos cada vez.

El acceso a las instalaciones del colegio Herrera Oria, situado en el número 68 de la calle de Fermín Caballero, resulta sencillo gracias a que la verja que rodea el patio es de poca altura. "Nos resistimos a poner una verja más alta porque esto es un colegio, no una cárcel" señala una profesora.

El pasado verano se produjo el primero de los incidentes graves que han asolado este colegio. A la vuelta de las vacaciones, cuatro aulas del parvulario y el gimnasio aparecieron destruidas y llenas de pinturas e insignias de grupos neonazis. Los daños se evaluaron en más de medio millón de pesetas.

Pero desde entonces, según la directora del centro y su equipo de 30 profesores, los destrozos no han cesado. "Absolutamente todos los fines de semana nos encontramos con una nueva sorpresa", explica la directora.

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Restos de fiestas nocturnas (preservativos usados y litronas), orines, cristales rotos y los muros del edificio decorados con pintadas de todo tipo son la huella que todos los lunes encuentra el único jardinero de este colegio, en el que la tierra se ha comido todo el césped y cuyo patio recuerda más a los bajos de Orense que a un recreo escolar. "Es un edificio con muchos recovecos, ideal para que las pandillas vengan y hagan aquí de todo", explica la directora.

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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