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Bomberos por amor al arte

Los vigilantes del Thyssen aprenden el uso del extintor

Los vigilantes del Museo Thyssen cambiaron ayer el interfono por la manguera. Durante dos horas, los guardianes de una de las más importantes colecciones de pintura del mundo se entrenaron en el manejo de los aperos de la lucha contra el fuego en el parque de Bomberos de Santa María de la Cabeza. "He visto a gente inexperta gastar una tanqueta entera de agua y no conseguir apagar un pequeño fuego en un coche", explicaba ayer el bombero Rufino Rodríguez, que prestaba amable', mente sus consejos más incombustibles a los vigilantes del Thyssen.Los bomberos les dejaron claro ayer a los empleados de la pinacoteca la importancia de aprender los rudimentos del uso del extintor. "No se debe lanzar el polvo o la nieve carbónica a la base del fuego -lo único que se consigue es empujarla y propagar el incendio-, sino dirigir el chorro por encima de las llamas para eliminar el oxígeno y ahogarlas", alecciona Rufino a sus pupilos. "Hay que acercarse lo suficiente para llegar a la llama y es más efectivo atacar un foco entré dos personas formando un ángulo agudo", apostilla Miguel Castro, el jefe de Guardia del cuartel de Bomberos del Ayuntamiento de Madrid.

Estos consejos pueden serles imprescindibles a los trabajadores para atajar un pequeño foco, pero según los expertos las posibilidades de que esto suceda en una sala del museo son escasas. "Hay muy pocas cosas combustibles en un museo, los cuadros o una papelera como mucho, por eso los riesgos de un siniestro de este tipo se encuentran en la zona de almacenamiento, talleres, calderas y equipos de refrigeración", indica Castro.

De hecho, el único siniestro que se ha registrado en el Museo Thyssen, desde su apertura el 8 de octubre de 1992, fue un pequeño fuego eléctrico en uno de los aparatos que generan la humedad necesaria para conservar las pinturas. Miguel Ángel Lobato, uno de los vigilantes que estaba de guardia esa noche, afirma orgulloso que no fue más que un susto y en poco tiempo el fuego estaba apagado. "Aprender a usar bien una manguera de agua es lo que me ha parecido más complicado", dice Lobato, "pero es importante adiestrarse en su uso porque este método es muy apropiado para interiores porque elimina el humo, mejor que otros apagafuegos".

Ayer sólo acudió al cursillo la mitad de la plantilla, formada por unos 40 vigilantes. "El resto se ha quedado en el museo, porque alguien tiene que cuidar de los 700 cuadros", bromea Francisco de la Fuente, jefe de seguridad. El museo dedica a seguridad el 20% de su presupuesto.

La preparación del Thyssen contra el fuego continuará hoy con la visita de los bomberos al edificio del paseo de Recoletos. Allí tomarán nota de las particularidades del Palacio de Villahermosa para saber por dónde deberían atacar un incendio. En 1994 los bomberos se pasaron por 25 edificios singulares de Madrid, entre los que destacan los teatros Calderón, Albéniz, Bellas Artes o Español, el Casino de Madrid, el Museo del Prado y algunos grandes almacenes. Tuvieron que apuntar en sus libretas las deficiencias en infraestructura de los edificios, para tenerlas en cuenta: salidas de emergencia ocultas, sótanos intrincados, cuartuchos de almacenamiento... Dentro de unos días les toca el turno a las alcantarillas de la ciudad, donde a veces también se producen siniestros.

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