2.000 kilos de caramelos, para 800.000 madrileños
Nunca antes el paso de los Magos de Oriente por Madrid había congregado a tanto admirador. Nada menos que 800.000 personas, la gran mayoría niños de menos de diez años, presenciaron ayer la cabalgata de los Reyes Magos por las calles de la capital. Algunos se aposentaron a las tres de la tarde para esperar el cortejo, previsto a partir de las seis.Melchor, Gaspar y Baltasar llegaron cargados con 2.000 kilos de caramelos que fueron lanzando desde sus carrozas a lo largo de todo el trayecto que, como es habitual, comenzó en el parque del Retiro y terminó en la Plaza Mayor.
Ojos como platos, bocas abiertas, centenares de cámaras, de vídeo y otras tantas de fotos acompañaron el séquito real a lo largo de toda la calle de Alcalá' hasta el final del trayecto. "¡He sido buena Melchor, he sido buena!" chillaba desesperada una niña al paso del rey más viejo, que este año se ha encarnado en el concejal Isaac Ramos. "Grita más, que no te ha oído", insistía su hermano. Todos los chiquillos se esforzaban en que los Magos se enteraran de su buen comportamiento durante el año. A. veces, incluso, lo gritaban a coro: "He sido bueno. He sido bueno", se repetía al paso de sus majestades. "¿Son los de verdad?" se preguntaban muchos pequeños en cuanto les veían encima de tres inmensas carrozas de colores.
El concejal de Ciudad Lineal, Jorge Barbadillo, hizo las veces de Gaspar y Baltasar fue, en esta ocasión, el rey de la oposición, representado por Castor Iglesias (PSOE). Fue este último el más cuestionado por los asistentes a la cabalgata. "Ese no se parece nada a la pinta que yo pensaba" comentaba un niño que escrutaba cuidadosamente al rey Baltasar.
La cabalgata, en cuya organización han participado este año 1.000 personas, estaba compuesta de 30 formaciones, contando carrozas, comparsas y dotaciones de policía. No hubo ningún incidente, según constataron los encargados de las ambulancias.
Pasadas las ocho, las majestades orientales llegaron a la plaza Mayor. Ante el belén dejaron sus ofrendas de siempre: oro, incienso y mirra. Otro año más.
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