_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Los Reyes

Caro diario: ayer vi el filme de Moretti. Sólo cree en su vespa, pero por fortuna no lo declama. El va haciendo. Hay un momento que entra en un cine. En la pantalla están los de siempre, bueno, los de últimamente, arrepintiéndose de lo que fueron. Esa cosa grotesca del ajuste de cuentas generacional, de las ilusiones perdidas, esa farandaja. Dándose golpes en el pecho están, yo pecador. Tan falsos fueron cuando creyeron como falsos son ahora que se golpean. Perfectos tontos con el Muro alzado, perfectos tontos con el Muro caído.Sin remedio. El cuarentón Moretti, el Imperfecto, sale asqueado del cine y dice: "Yo, entonces, en las manifestaciones, gritaba cosas justas". Dan ganas de creerle.Luego va de islas, de paraísos. Sin suerte, claro. En una, los coches: una barahúnda. En otra, la calma: una calma espantosa. Nos pasa siempre y nos pasa a todos: si te crees llegado al paraíso de la perfección y el equilibrio, que sepas que entonces siempre ladrará un perro o llorará un niño o se alzará de pronto la visión de algo muy feo.

Por último, la vida le pone en manos de los médicos. Está a punto de suceder lo irreparable. Nunca delegues, dice Moretti. Muy bajito, lo dice. Como todo lo que dice. Nunca delegues que nadie, ni nada, es perfecto. Caro diario, yo opino igual y opino esto: sólo hay una delegación bella y aceptable, de niño y con los Reyes de Oriente. Y luego se acabó. Cuando uno deja de creer en los Reyes Magos, hay el peligro de acabar creyendo en cualquier palo de escoba disfrazado. Delegar nunca: ni en padres, médicos o políticos, ni en cualquier otro gnomo de ambulante perfección. Ni en los jueces por supuesto, Caro diario, ni en los jueces: esa gente impertérrita que se os anuncia con la balanza de la verdad suspendida en obscena y equilibrada perfección.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_