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BALONCESTO: TORNEO DE NAVIDAD

¡Viva el talento!

La selección de Yugoslavia se exhibió ante el Real Madrid desde el primer segundo

Venció el talento. ¡Qué bien! Ganó el baloncesto natural, la sencillez aplicada al deporte, el atrevimiento. En una palabra, se llevó el torneo aquel que demostró dominar los aspectos básicos del juego. Bozidar Maljikovic solía decir en su época de entrenador del Barcelona que la gran diferencia entre el jugador yugoslavo y el resto es que la mayoría, exceptuando algún que otro tronco, saben botar, pasar y tirar.Los dos equipos dan una apariencia parecida en la foto. Son altos, fuertes y ágiles. Un poco más espigados los yugoslavos, pero poco más. Ahora bien, cuando el balón se pone en juego, uno se convierte en vino de reserva y el otro en agua. En el equipo yugoslavo todo se apoya en las condiciones naturales de sus jugadores, y en las infinitas variedades que otorga un buen manejo de balón, una clara visión de juego y un acierto en el lanzamiento que se logra con la repetición exhaustiva de una buena mecánica de tiro. Asentados en estos principios, todo surge de forma fluida, natural. En el otro lado, la máquina, el sistema, el tiro porque me toca.

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Antúnez y Djordjevic fueron los mejores representantes de los dos estilos que se dieron cita en el Palacio. El base madridista es todo un ejemplo de pundonor, pero le fallan los fundamentos y el criterio. Djordjevic posee a raudales todo lo que le falta a Antúnez. Lleva a su equipo en la mano, otorga el balón a quien le merece su confianza (Bodiroga, Beric o Savic) y si le das un metro, triple que te crió. El desequilibrio entre directores de juego tuvo su continuación en todos los emparejamientos del partido Bodiroga estaba con Cargol, y todo lo dicho anteriormente es extensible a esta pareja. Sabonis, la gran esperanza blanca, acabó desquiciado por la inteligente defensa que le opuso Savic. 7 puntos firmó Sabonis.

El partido tuvo poca historia. La salida de Yugoslavia fue demoledora. La tripleta Djordjevic-Bodiroga-Beric (un descubrimiento este último) controlaron, dominaron y machacaron a un Madrid que veía como sin comerlo ni beberlo, le estaban dando un repaso histórico (10-36, minuto 11). Con tamaña diferencia, los yugoslavos se relajaron, muy a su estilo, y el Madrid pudo respirar un poco. Tres bocanadas mal dadas, pues era tal la diferencia entre lo que ponían unos (talento) y con lo que respondían otros (voluntad y la mano de Kurtinaitis), que no hablar más que hablar. El Madrid lo peleó, e incluso en algunos momentos sembró la ilusión, pero las respuestas balcánicas eran tan sencillas como contundentes.

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