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DECIMOQUINTA JORNADA DE LIGA

El Atlético vuelve a las andadas

El Racing gana en el Calderón y pone de nuevo a los rojiblancos con cuatro negativos

JOSÉ MIGUÉLEZ El Atlético recuperó la molesta compañía de los cuatro negativos. Volvió a los peldaños bajos de la tabla. Después de un mes reparador que le había edificado un estado de esperanza, el Racing le obligó a retroceder en seco. Le tiró un partido limpio y fácil de leer (cerrar por atrás, romper su presión con triangulaciones y morder a la contra), pero el Atlético no supo cómo contestar. Los de casa no se encontraron nunca en el partido. Lograron colgarse de la portería cántabra durante 20 minutos, ya con el resultado adverso, pero no les sirvió de nada. El Racing jugó a su conveniencia y se apoderó de los puntos con merecimiento.

Los de casa aparecieron por el Calderón con la estampa enérgica de sus últimas citas. Mas su salida explosiva le duró diez minutos. El Racing respondió con oficio. Lejos de arrugarse, quitarse de líos al pelotazo y esconderse en su cocina, contesto fútbol. Sacó el balón por abajo (hasta Pablo se guió por tan sana costumbre), esquivó la poderosa presión rojiblanca con triangulaciones rápidas y se lanzó a la aventura al contragolpe. Y con mucho sentido: llegaba en tres toques ante Diego, no sin antes enredar sobre sí misma a la defensa rojiblanca. Avisó dos veces (sendos remates al larguero de Luis Fernández y Villabona) y clavó la navaja a la tercera.

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Al Atlético le costó reponerse de la puñalada. Tras el gol cántabro, vivió sus peores momentos. Se dobló por todos los lados. Sobre todo por su derecha, la calle izquierda del Racing, donde un tipo llamado Luis Fernández dio un discurso de cómo acaparar una banda: seguro para cerrar osado para subir y técnico para recortar y centrar. Asomó por el "Calderón un lateral estupendo.

La guerra del centro del campo la perdió pronto el Atlético. Y en parte, por una concesión propia: jugó con diez futbolistas y mitad de cuarto de otro. Caminero saltó al césped lesionado. Descarademente lesionado. Con unos problemas musculares en su pierna derecha que minimizaron su rendimiento. Y además, derramando miedo en todas sus acciones. Simeone tampoco encontró la forma de llevar la cita a su terreno. No supo cómo multiplicar las revoluciones del juego, ni cómo convertirlo en un ejercicio de casta y entrega. El ritmo lo marcó siempre el Racing.Perdido el choque por lo civil, el Atlético buscó otra vía. Apretó el acelerador y quitó las manos del volante. Arrinconó al Racing por el principio de autoridad y le lanzó andanadas sin mucho criterio. Todo acabó en una lluvia de ocasiones forzadas, poco naturales: disparos lejanos, barullos en el área, cabezazos en escorzo ... En suma, un argumento poco convincente para corregir un resultado que instala de nuevo al Atlético en la zona marrón de la tabla.

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