Un Defensor del Pueblo incómodo
Serguéi Kovaliov, diputado y Defensor del Pueblo, entró en Grozni el sábado pocas horas antes de que terminara el ultimátum y cuando parecía inminente el bombardeo de la sitiada capital chechena. Culminaba así un viaje de días, en el que los funcionarios y los militares rusos hicieron todo lo posible para que el conocido ex disidente ruso no llegara a su destino.Kovaliov entró con, otros tres colegas suyos de la Duma estatal (la Cámara baja del Parlamento ruso) y, según opinión de algunos observadores, su presencia detuvo el domingo el planeado asalto a Grozni. Víktor lliushin, el ayudante principal del presidente ruso, Borís Yeltsin, envió el mismo domingo un telegrama a Kovaliov en el que le conminaba a dejar Grozni, la capital de la república rebelde.
"Pienso que mi salida de Grozni no es conveniente", declaró Kovaliov desde esa capital, "porque me temo que entonces las cosas no marcharán hacia las conversaciones sino más bien hacia el asalto a Grozni". Y agregó: "Nadie podrá cumplir la misión que me trajo hasta aquí: tener la información fidedigna y objetiva que no se puede conseguir en otra parte".
Kovaliov piensa que es Moscú y no el general Dzhojar Dudáiev quien no desea mantener conversaciones. El último telegrama enviado al presidente checheno por Yeltsin para que fuera el domingo a Mozdok, la base militar rusa, no era una invitación a negociar, según el Defensor del Pueblo, sino una ofensiva propuesta de capitulación.
A sus 64 años de edad, Kovaliov continúa valerosamente su labor en pro de los derechos del hombre. Biólogo de profesión, en 1969 -año en que conoció al futuro premio Nobel Dmitri Sájarov-, perdió por motivos políticos su puesto de jefe de laboratorio de la Universidad de Moscú. En 1974 fue detenido y condenado a siete años de prisión. Sólo a fines de 1987 el KGB le permitió regresar a Moscú. Desde 1990 es diputado.
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