Sobriedad y madurez de Arruza
Ante unos ejemplares con una fiereza incierta y que nunca se entregaron, terminando parados en el último tercio, Manolo Arruza enseñó sobriedad y madurez y Alejandro Silveti expuso mucho. La corrida quedó en mano a mano pues, unas horas antes del festejo, David Silveti, el segundo espada del cartel, sufrió una luxación en el tobillo derecho y el médico le prohibió actuar.
Al que rompió plaza Arruza lo lanceó con decisión. Mostró sus facultades con los palitroques. Aunque el adversario le regateaba las embestidas, a base de aguantarlo lo obligó a acudir. Lo trasteó con mando y enhebró elegantes series de derechazos.
Sometió al áspero y revoltoso tercero y consiguió que el astado se entregara a los vuelos de su muleta. Ligó varias series con torería y mandones muletazos pero perdió los trofeos por pinchar.
Saltillo / Arpiza, Silveti
Toros de Real de Saltillo, con cuajo, desiguales de casta. Manolo Arruza: estocada baja (aplausos y salida al tercio); tres pinchazos y estocada tendida caída (vuelta); estocada desprendida (oreja). Alejandro Silveti: cuatro pinchazos, metisaca, estocada contraria y descabello (división); pinchazo, media tendida caída y descabello (aplausos y salida al tercio); tres pinchazos, dos metisacas y se tumba el toro (pitos).Plaza de El Toreo, 17 de diciembre. Mala entrada.
Al quinto Arruza lo saludó con bellas verónicas con el compás abierto. Levantó los brazos y se asomó al balcón en tres soberbios pares de banderillas. Después muleteó con garbo y empaque a un morlaco con recorrido pero que siempre llevó la cabeza alta. Transmitió su forma de torear, desde el péndulo con que inició la faena hasta las, series de templados naturales y derechazos.
A Alejandro Silveti le tocó el peor lote. Al segundo lo recibió a pies juntos aprovechando los viajes del burel. Con ahínco inició su labor por alto pero el calamocheo del bovino, que además lo buscaba por el izquierdo, no le permitió quedarse quieto.
Con el incierto cuarto, Silveti hizo gala de valor en artístico quite por gaoneras. Con la pañosa intentó todo pero el bicho no colaboró. Le desconcertó el acobardado sexto, al que equivocó la lidia, y con la espada estuvo fatal.
Babelia
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