Cuenta atrás en Gibraltar
En vísperas de la entrevista Solana-Hurd, Bosano está furioso y no recibe a la prensa española
Gibraltar vive las últimas horas antes de la entrevista, el lunes, entre los ministros de Asuntos Exteriores de España, Javier Solana, y el Reino Unido, Douglas Hurd, con la tensión de una cuenta atrás. El Gobierno de la colonia emite comunicados en serie, acusando a las autoridades españolas de intentar estrangular su economía. El endurecimiento de los controles de la policía y la Guardia Civil en la Verja ha calentado los ánimos en los bares y los comercios de Main Street. Joe Bosano, ministro principal del Peñón, ha pedido abiertamente la protección del Reino Unido.Bosano está furioso. Se encuentra atrincherado en su despacho del número 6 de Convent Place, movilizando a sus contactos en Londres y concediendo entrevistas a los enviados de los medios de información británicos. No recibe a españoles. Las dos preguntas que EL PAÍS le hizo llegar por escrito a través de su secretario de prensa, Pepe Lane, fueron contestadas de forma significativa: "Esto es algo que sólo concierne a Gibraltar y al Gobierno británico". Su secretario personal, Melvin Farrell, fue igualmente explícito: "El primer ministro no le recibirá ahora ni la próxima semana. Esta decisión tiene carácter indefinido".
Lo que este periódico deseaba saber es lo mismo que desean saber todos los gibraltareños, incluido el líder de la oposición, Peter Carvana: cuáles son los 51 mandamientos que el Foreign Office le ha ordenado cumplir inmediatamente a Bosano y cuál es el contenido de la carta-ultimátum que le entregó, el titular británico de Exteriores, Douglas Hurd, en septiembre. Pero el ministro principal se niega a hacerlos públicos.
El diario Gibraltar Chronicle y la Asociación de Amigos de Gibraltar han hecho circular una teoría conspirativa según la cual los diarios The Independent y EL PAÍS estarían actuando en connivencia para "hundir el prestigio de Gibraltar". Los divulgadores de esta especie aportan como pruebas las acciones que EL PAÍS tiene en The Independent y una supuesta proximidad del diario español a las tesis del Gobierno de Felipe González. La emisora de radio local GBC difundió ayer machaconamente esta teoría.
En uno de sus múltiples comunicados, Bosano afirma que su reunión de septiembre con Douglas Hurd "fue cordial", y que, tras la publicación por The Independent y EL PAÍS de la noticia de que Londres había dado un ultimátum a Gibraltar para que respetara las reglas de la Unión Europea, fundamentalmente las relativas a narcotráfico y blanqueo de dinero, bajo riesgo de que Londres imponga el mandato directo, "el ministro de Estado del Foreign Office con responsabilidades para Gibraltar, David Davis, telefoneó al ministro principal [Bosano] para decirle lo enfadado que estaba y para confirmar que no tenía conocimiento de que ningún alto funcionario hubiera dado esa información a The Independent". Pero esta teoría de la conspiración sufrió un duro golpe ayer, cuando el miembro independiente del Parlamento gibraltareño Peter Cumming declaró que un alto cargo del Foreign Office le dijo, "delante de tres testigos gibraltareños", que la actitud de Bosano en sus relaciones con el Gobierno del Reino Unido iba a llevar al mandato directo.
El palacio del gobernador británico procura distanciarse de la polémica. Del mando de su excelencia dependen las fuerzas de seguridad de la colonia. Su portavoz se limitó a recitar que "el Gobierno del Reino Unido condena el tráfico de drogas", y que este año su policía ha requisado dos toneladas de hachís y efectuado 495 detenciones. Declinó hacer comentario alguno, en cambio, sobre el contrabando de tabaco y el blanqueo de dinero. Cualquier llanito está al cabo del contrabando que sale cada noche de Eastern Beach y Catalan Bay, pero eso no parece preocuparle a nadie. Lo que les indigna es que los controles españoles en la frontera sean cada vez más rígidos. A algunos incluso estas medidas de seguridad les vuelve agresivos: "¿Tú eres español? ¿Y por qué no nos queréis a los llanitos? ¿Por qué cerráis la frontera? ¡Vosotros sois unos fascistas! Esta escena se produjo ayer en el mismísimo hall de la oficina de Bosano. El policía de guardia cumplió su tarea: hizo pasar al periodista a una sala de seguridad y dejó que el alborotador siguiera ejerciendo su derecho a la libertad de expresión al otro lado de la puerta.
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