_
_
_
_
_

Besos y abrazos desde el siglo XIX

Tres tomos recogen las viejas postales del Museo Municipal

R. M.- R

Sitios tan concurridos como la calle de Alcalá o el paseo de la Florida sólo se reconocen en la exposición de postales del Museo Municipal después de leer lo que representan. Por el puente de Toledo circulan carros tirados por caballos que pisan un suelo de arena y boñigas. Un grupo de niños chapotea en las aguas del Manzanares o un rebaño de ovejas pasta junto a él. Por la Gran Vía sólo circula un autobús y un coche. La calle Ferraz es casi un descampado y enfrente del Círculo de Bellas Artes hay un frondoso jardín.No hace tanto tiempo que escenas como éstas eran cotidianas en Madrid; por eso se recogieron en postales. Ahora el Museo Municipal ofrece una muestra de su colección de tarjetas postales antiguas. Además ha salido a la venta una publicación que recoge muchos de los 6.000 ejemplares que descansan en los fondos de este museo y que pocas veces pueden ser contempladas por el público. "El criterio para conservarlas no aconseja que estén expuestas a la luz", explica Carmen Priego, directora de esta institución.

Se puede comprobar cómo en las más antiguas, que en este museo datan de 1897, la gente escribía junto a la foto o encima de ella. Fue una real orden de 1871 la que normalizó las postales como las conocemos hoy: foto por delante y texto por detrás, aunque la primera postal impresa por la Fábrica de Moneda y Timbre empezó a circular en 1973. Pocos años después, a principios de siglo, la casa Hauser y Menet, ubicada en la calle de la Ballesta, editaba 500.000 ejemplares al mes de 1.300 modelos diferentes. Sólo en Madrid había en esa época 15 empresas dedicadas a distribuir postales.

Sociedad privilegiada

"El coleccionismo de postales surge en el siglo pasado en función de una sociedad privilegia da que empieza a viajar y le interesa lo exótico", explica Priego a propósito del interés que despertaron desde el principio. También suponían una manera barata y cómoda de comunicarse. Y se valoraban como "elementos de cultura, distinción y buen gusto", tal y como se citaba en un boletín de final de siglo.

"Lo que la gente escribía en ellas refleja que eran un medio muy corriente para comunicarse. Es, muy normal. encontrarse con mensajes como "el día 12 voy para allá", cuenta Miguel Tébar, editor de Postales antiguas de Madrid, una edición compuesta por tres tomos y el catálogo de todas las tarjetas que se guardan en el Museo Municipal.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Muchos de los grandes fotógrafos de finales del siglo pasado y principio de este, como Laurent o Franzen, utilizaron negativos de sus fondos para estas tarjetas. En cuanto a las empresas que se dedicaron a este negocio, las primeras fueron firmas extranjeras que terminaron asentándose aquí: Hauser y Menet, Romo y Füssel, Lacoste o Cánovas.

Para Tébar, que ya ha editado otro libro con imágenes antiguas de Madrid, no tiene nada que ver el coleccionismo de fotos con el de postales. "Nunca se da en la misma persona la misma acción. La postal es menos espontánea. Ofrece aspectos conocidos y clásicos de la época. Son un reflejo de las imágenes más destacadas de la época", explica el editor.

La mayor parte de las posta les del Museo Municipal procede de compras y donaciones de colecciones privadas. "Hace pocos años se puso muy de moda coleccionar este tipo de estampas. Ahora ha pasado un poco esa moda". Sin embargo, tina coleccionista confesaba ayer haber pagado 10.000 pese las por una hace muy poco.

Postales antiguas de Madrid. Ediciones La Librería. 3.990 pesetas en librerías y en la tienda del Museo Municipal. Exposición de postales. Museo Municipal (Fuencarral, 78). Entrada libre.

Todo a 65 céntimos

Lo de "Todo a 100 pesetas" lo inventaron nuestros antepasados hace mucho. Hay una postal de la ca4e Fuencarral. con un comercio en primer plano que se anunciaba como "Todo a 65 céntimos". Fue muy popular a principio de siglo y en él se vendían las baratijas que nadie necesitaba, pero que gustaba tener. A su lado aparece La Moderna, una tienda de jabones y aceite que era todo un lujo: antes el jabón se preparaba en casa."Se hacían postales de cosas que ahora son impensables", señala Miguel Tebar .Por eso, una boda real, un momento de la coronación de Alfonso XIII o la foto de un político también podían ser un pretexto para mandar una postal.

"Dime si has recibido, contando ésta, nueve postales de esta colección", escribe alguien debajo de la foto de dos castañeras fotografíadas por Laurent.. Un batiburrillo de gente en la plaza de la Cebada, o en la, de Alcalá, los típicos paseos de antaño en la puerta del Retiro, incluso el parque de bomberos era un motivo de postal.

En otras se ve lo que ya no está. O las transformaciones y cambios que ha habido. El monumento a Argüelles, que ahora está en el parque del Oeste, aparece en su emplazamiento original que era la calle Princesa. De ahí el nombre con el que se conoce este barrio.

En cambio, el Viaducto aparece ya con sus rejas encima de la barandilla. Nada más terminar el puente, una mujer intentó quitarse la vida arrojándose por él a causa de un mal de amores. No lo consiguió porque sus faldas y enaguas hicieron de paracaídas. Se salvó y luego consiguió a su mozo; y también que se instalara la famosa verja que lució ese puente.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_