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Jacques Delors sorprende a toda Francia al anunciar que no será candidato a la presidencia

Enric González

Jacques Delors no será candidato socialista a la presidencia de Francia. El todavía presidente de la Comisión Europea dejó ayer helada a la izquierda francesa cuando, duranteun programa de televisión, acabó con la duda que ha tenido en vilo a los franceses. "A los 69 años, soy demasiado mayor" explicó, "y en caso de ganar la presidencia no hubiera tenido el apoyo político necesario enel Parlamento". Claramente favorito, según los sondeos, y única figura de la izquierda con posibilidades de ganar las elecciones, Delors mantuvo durante semanas una "reflexión" sobre si se presentaba o no.

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Sin él, serán los dos grandes candidatos de la derecha, Jacques Chirac y el aún no declarado Edouard Balladur, quienes se disputarán la presidencia.En la balanza de la decisión de Delors, ambos platos estaban muy cargados. En uno pesaba él mismo: la personalidad política más respetada de Francia, el hombre de cuya honradez nadie duda, la estrella de todos los sondeos, que le colocaban como ganador de las elecciones presidenciales contra cualquier otro candidato, si se votara hoy mismo.

En el otro plato estaba su circunstancia: un paisaje político en el que, tras el hundimiento del Partido Socialista, domina la derecha, y en el que se hace difícil imaginar cuál sería la mayoría parlamentaria en que podría apoyarse un presidente de izquierdas, por más que fuera tan moderado como Delors y por más que hubiera arrancado votos y dirigentes centristas a la gran coalición conservadora Agrupación para la República (RPR, gaullistas) y Unión para la Democracia Francesa (UDF, liga de varios partidos del centro y la derecha europeísta).

A no ser que su ya imposible elección como presidente hubiera provocado un auténtico alud político favorable al centro y la izquierda moderada, un Delors en la presidencia se habría visto obligado a conformarse con un frustrante papel de árbitro, siempre en busca de consensos aún más complicados que los que ha tejido durante una década desde su despacho de Bruselas.

Había otra balanza, estrictamente personal, que para Delors contaba mucho a la hora de la decisión. En el plato del sí5 lo que podría hacer desde la presidencia un hombre tan preocupado como él por rendir servicio a la sociedad y cumplir su deber de buen cristiano; en el plato del no, las complicaciones que la candidatura acarrearía a su esposa, Marie, y el perjuicio que podría suponer para las futuras aspiraciones de su hija, Martine Aubry, ex ministra y una de las figuras ascendentes del socialismo, para la que Delors siempre ha soñado el destino de primera presidenta francesa.

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Jacques Delors cree, según opinan sus amigos más próximos, que si hubiera llegado a la presidencia de Francia habría debido marginar a Martine para que no cupieran sospechas de nepotismo.

El futuro de su hija

Esos mismos amigos le han repetido que el futuro de Martine sólo podía verse perjudicado si su padre pasara a la historia como el hombre que defraudó a los franceses y renunció a "cumplir con su deber". Deber es la palabra emblemática del delorismo. Hace ya semanas, Delors afirmó que, si decidía presentarse, sería exclusivamente "por sentido del deber".

Durante toda la semana pasada, Jacques Delors, fue objeto de innumerables presiones para que anunciara ya sus intenciones. Antoine Lejay, viejo amigo desde el parvulario y fiel seguidor político, una de las personas más próximas a Delors se reunió con él para animarle al sí. "Le dije simplemente", explicó Antoine Lejay, "que hay en Francia mucha gente que espera a un tipo como él".

La red de clubs Témoin (Testigo), fundada por el propio Delors, celebró una conferencia el sábado en la que lanzó un 9lamamiento solemne" a su presidente de honor para que se lanzara a la carrera hacia la presidencia de Francia. "Usted tiene hoy, Jacques Delors, el apoyo de un movimiento muy profundo. Sea usted, de la forma que usted quiera y en el momento que usted elija, candidato a la presidencia de la República", decía el comunicado final de la citada conferencia.

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