Prisioneros del violín
La Orquesta de Estudiantes se concentra en un hotel antes de las actuaciones
Rodeados de campo y silencio, 85 jóvenes promesas -43 tocan instrumentos de cuerda, 36 de viento y madera, y seis, de percusión- de la Orquesta Sinfónica de Estudiantes de la Comunidad de Madrid ensayan y concentran la mente y el cuerpo para poder tocar sin desafinar. Este mes tienen cuatro conciertos.Los alumnos, de edades comprendidas entre los 14 y los 27 años, permanecerán recluidos hasta mañana en el hotel Escuela, situado en la carretera de Colmenar Viejo. Más de 12 kilómetros les separan de la capital. No ven la televisión, tampoco leen los periódicos, las bebidas alcohólicas están prohibidas. Las habitaciones son compartidas, aunque sólo entre alumnos del mismo sexo.
El programa de trabajo de la Orquesta, cuyo presupuesto anual alcanza los 40 millones de pesetas, no deja ni un minuto de respiro. Aún así, por las noches, algunos concertistas se desmadran. Como la noche del jueves, en que una treintena de estudiantes disputaron hasta la 1.30 de la madrugada un partido de fútbol. Eso sí, lo hicieron a espaldas de los profesores. "Otras veces cogemos los coches y nos vamos a bailar a un campo por aquí cerca", cuenta uno de los alumnos. "Es un tute increíble. Estamos de la mañana a la noche ensayando y por la noche necesitamos un descansito", cuenta Margarita Vargas-Machuca, de 19 años, que pasa de nueve a diez horas diarias con el violín al hombro.
Antes de las ocho de la mañana suenan los despertadores o el concierto de algún gracioso que toca diana antes de la hora. "Hoy me he despertado a ritmo de una viola y un violín de los compañeros de la habitación de al lado", revela Margarita. Las serenatas nocturnas, cuando algunos duermen, son algo habitual de estas jornadas de reflexión, se quejan los mayores.
Los alumnos, a los que se les exige estar matriculados en cualquier conservatorio de la región, sólo pueden tocar con la Orquesta Sinfónica de Estudiantes por un periodo de tres años. "Se trata de que se lancen como profesionales y no tratamos de retenerles más", explica la directora de Educación de la Comunidad, Aurora Ruiz. Aunque algunos se quedan durante más tiempo, como Franciso Sevillá, quien desde hace cuatro años parte el bacalao en estos encuentros. Es el más dicharachero y el mejor relaciones públicas, según le definen los recién incorporados al grupo.
Este artista del trombón, de 24 años, se queja de la comida tan ligera que engulle desde el pasado jueves en esta concentración. "Necesito comer fuerte para poder soplar, pero con las raciones que te dan no tienes fuerzas para nada", explica.
"Las comidas son fatales. La lechuga nos sale por las orejas. No sabemos lo que son las patatas fritas", añade una violinista. Los menús son simples: ensaladas, pescado, carnes y pastas. "Antes de un concierto hay que cuidar el estómago y tener autocontrol. No tienen que atiborrarse y no pueden beber ni un chatito de vino. Tienen que aprender a controlarse", explica el director de esta orquesta, Vicente Sempere.
Conciertos de la Orquesta Sinfónica de Estudiantes de la Comunidad de Madrid. Día 13, a las 20.30, en el Auditorio Nacional de Música. Programa: Joseph Haydn, Mozart y Mussorgsky. Día 15, a las 12.00, en el teatro Albéniz, Mussorgsky y Mozart; día 22, a las 20.00, en la Casa de Cultura de Collado-Villalba, Grieg, Joseph Haydn y Mozart.
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