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El final de un legado

El nuevo Plan de Urbanismo de Aranjuez permite construir sobre las huertas históricas

Más de cuatro siglos de la historia paisajística, urbanística y agrícola de Aranjuez (38.000 habitantes) penden de un hilo. Así lo entienden los cerca de treinta grupos ecologistas procedentes de todo el país y diversas asociaciones agrarias como el sindicato Asaja (Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores), que estos días se han adherido a la recientemente creada Plataforma Prodefensa de las Huertas Históricas de Aranjuez. La recalificación de cientos de hectáreas de fincas como Legamarejo, Rebollo o Raso de la Estrella para usos distintos al rústico amenaza con convertirse en el principal escollo a resolver por el nuevo Plan General de Urbanismo.Según el avance del plan, aprobado recientemente por el Ayuntamiento y aún en periodo de alegaciones, está previsto recalificar este suelo para destinarlo a viviendas o a actividades cívico-comerciales (en el caso del Raso de la Estrella), a campus universitario (en Legamarejo) y un parque ferial (en la zona del Rebollo). El avance del plan no delimita las zonas ni el número de hectáreas a recalificar.

Entre las razones históricas para impedir estas actuaciones dadas por la citada plataforma está el hecho de que Aranjuez fuera una huerta mucho antes que un núcleo urbano y, sobre todo, que las huertas y paseos arbolados no nacieran por generación espontánea, sino diseñadas por los mejores arquitectos y urbanistas de su tiempo. Entre los creadores estuvieron Juan de Herrera o Juan Bautista de Toledo, que por orden de Felipe II reorganizaron este territorio enmarcándolo entre los meandros que forman el Tajo y el Jarama. Durante el reinado de Fernando VI, Santiago Bonavia diseñó la población de forma tal que nunca pudiera afectar ni a la vega ni a los jardines.

Los defensores actuales de estas huertas se quejan de que esta herencia primorosamente cuidada por nuestros antepasados, capaz de sobrevivir a cambios monárquicos, guerras, desamortizaciones y desastres naturales, pueda terminar ahora y provocar con el tiempo un desastre urbanístico en estos parajes. Además de las razones históricas, los componentes de la plataforma aducen también razones de impacto medioambiental y económico, ya que esto podría significar el fin de la actividad agrícola, de la que piden su revitalización. "La especulación y construcción en las huertas históricas significa destruir un recurso escaso y básico. Hay alternativas para ubicar universidades, feriales y ciudades jardín en las 20.000 hectáreas que constituyen el término municipal de Aranjuez", señalan en un comunicado.

Además, también se alegan razones jurídicas: diversas leyes, como la Ley del Patrimonio Histórico; la Ley de Conservación de Espacios Naturales, que obliga a someter a un estudio de impacto medioambiental las transformaciones de uso del suelo superiores a las 100 hectáreas; la Ley del Suelo, que limita las construcciones en suelo no urbanizable; la Ley de Protección a la Naturaleza de la Comunidad de Madrid; la Ley de Aguas; el Plan de Revitalización de Aranjuez, o la Carta Municipal de Medio Ambiente, que podrían colisionar con las medidas ahora aprobadas por el Plan de Urbanismo. Las principales fincas, como Legamarejo o Rebollo, están actualmente en manos de la Comunidad, a la que fueron cedidas hace unos años por el Patrimonio del Estado.

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