_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Ratas de laboratorio

"El escándalo ilumina las flaquezas humanas de los escandalizadores y el carácter moral de los escandalizados, y lo hace además de una manera que la acción política más convencional no puede hacerlo. Más allá de su justificación intelectual, el escándalo persiste porque es, por encima de épocas y naciones, completamente irresistible. Cuando vemos que la máscara pública cae, nos convertimos en esa especie de ratas de laboratorio, que una vez enseñadas a accionar el mecanismo que estimula los centros de placer en sus cerebros, lo activan incesantemente prescindiendo de comer y dormir. Cuando hay escándalo en la escena pública, se suprime el apetito humano por otras formas más convencionales de noticias públicas. Nuestra época es, sin embargo, diferente de las décadas precedentes. El escándalo político ha proliferado y esta proliferación no refleja tanto un aumento de la corrupción como nuestra creciente capacidad y afición por la producción de escándalos políticos".La cita pertenece a un libro de Suzanne Garment, que lleva por título Scandal y por subtítulo La cultura de la desconfianza en la política americana, publicado en 1991 y reeditado con la actualización correspondiente en 1992. Pero sus palabras se pueden aplicar perfectamente a la situación española de los últimos años, así como a la de otros países democráticos europeos u orientales.

No cabe duda que la corrupción se ha producido y ha alcanzado a instituciones y personas, que deberían estar por encima de toda sospecha. El ministro Borrell volvía a pedir el miércoles la colaboración de los constructores para poner fin a prácticas corruptas en la adjudicación de obras públicas. De ahí que la desconfianza se haya convertido en una suerte de atmósfera, contra la cual, como le gustaba decir al profesor Tierno, es muy difícil luchar en política.

Pero la característica de nuestra situación no es tanto la denuncia de tales casos de corrupción, como el hecho de que, al amparo de dicha atmósfera, se ha montado una especie de industria de producción de escándalos, con la finalidad de evitar que se pueda hacer política, es decir, discutir los problemas sociales y de los instrumentos de que disponemos para hacerles frente.

Ha bastado que con el inicio del curso político el debate se centrara en el Estado de las Autonomías y en la conveniencia y oportunidad de fa Reforma del Senado, para que se fabricara un escándalo político, de tal manera que se hiciera imposible que la opinión pública se interesara por la reforma de la Constitución.

Y esto se hace no sólo desde determinados medios de comunicación, esencialmente frívolos y más interesados en la persecución del escándalo personal que en la exposición de la corrupción real, sino también desde determinados partidos políticos, interesados, al parecer casi exclusivamente, en que sea el escándalo lo único que ocupe la escena pública.

Todavía este miércoles pasado, en el Pleno del Congreso de los Diputados, hemos podido asistir a un debate entre el ministro de la Presidencia, señor Pérez Rubalcaba, y el portavoz del PP, señor Fernández de Troconiz, en el que se han vuelto a reiterar afirmaciones o, mejor dicho, insinuaciones, que, tras lo que se ha publicado en estas últimas semanas, no se puede no saber que carecen de todo fundamento.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Hacer experimentos en laboratorios es indispensable para hacer avanzar la ciencia. Trasladarlos sin más a la vida política, es algo muy distinto.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_