El Madrid continúa su escalada
El conjunto blanco no se dejó llevar por la épica de anteriores partidos ante el Tenerife
El Madrid despojó su enfrentamiento con el Tenerife de cualquier contenido dramático y se llevó la victoria con las armas que le pertenecen: el juego, la paciencia y el gol. Cuando puso todos estos elementos de su parte, y eso ocurrió a menudo durante el partido, el Madrid tuvo altura y poder. Su fútbol volvió a retomar de nuevo un aire festivo, muy celebrado por el público, cada vez más conectado con su equipo. El Madrid crece. La voz comienza a correr por el Bernabéu y por todo el campeonato.Lejos del tono incendiario que acostumbraba este duelo, el partido fue muy medido, con una constante tentación geométrica por parte del Real Madrid, que jugó con autoridad y precisión. No se dejó llevar por la épica, una vía habitual y desdichada en sus anteriores enfrentamientos con el Tenerife El Madrid se perdía bajo el peso de la tensión, la responsabilidad o la violencia, según el día. En los últimos años siempre ha dado la impresión de abandonar su juego para meterse en terrenos que no le convenían. Ahí ganaba el Tenerife. Esta vez, no. El Madrid desdramatizó el encuentro, lo llevó a la normalidad y sólo propuso fútbol contra fútbol. Y por ahí ganó.
El Madrid ofrece juego y calidad en todas las posiciones. Frente al Tenerife marcaron jugadores de las cuatro líneas. Y como la justicia es frecuente en el fútbol, los primeros fueron conseguidos por los dos héroes actuales: uno sigiloso -Quique-; otro imprevisto -Amavisca-. Uno comienza la alineación por la banda derecha; el otro la cierra por la izquierda. De alguna manera, Quique y Amavisca representan el estado de excitación que vive el Madrid.
El partido fue contenido en la primera media hora, espectacular en el último cuarto de hora de la primera parte y abierto a lo largo del segundo tiempo, cuando el Tenerife quería rehacerce y el Real Madrid le mataba en cada contragolpe. Pero sobre todas las cualidades, el encuentro fue hermoso, de esos que consagran el valor insuperable del buen fútbol.
La alineación del Madrid escondió una variante novedosa. Laudrup, que había tenido problemas para interpretar su papel como volante de enlace en los últimos tiempos, dejó ese papel a Martín Vázquez. Laudrup se acostó sobre las bandas Y Martín Vázquez apareció para prestarse en todos los pases. Su partido fue magnífico, aunque el público se le echó encima en varias ocasiones. Es cierto que Martín Vázquez perdió el balón más veces de las convenientes, pero su sentido del juego fue espectacular.
Aunque siempre hubo una amenaza latente en el juego del Tenerife, el partido fue del Madrid en todos los sentidos. Actuó con seguridad y criterio, conducido con firmeza por Redondo. La primera cualidad del Madrid fue la paciencia. Buscó hasta encontrar. Cuando llegó el momento, Redondo recuperó el balón y lo cedió a Michel, que fintó y salió por el otro lado, como en los mejores tiempos. Luego, el centro medido al área, donde irrumpió Quique. El primer gol saludó la superioridad del Madrid, pero sirvió de poco. El Tenerife igualó y dejó el partido donde había comenzado. Pero entonces llegó Amavisca.
La jugada del segundo gol fue incontenible. Enganchó la pelota en el medio campo, se escurrió entre tres defensas, pasó a Zamorano y enfiló hacia el corazón. Allí marcó. Una hermosura de gol. El chico llegó anónimo, pero ahora es uno de los reyes del Bernabéu. Tiene gol, es vertical, se compromete con el juego, rasca cuando es necesario y siempre está con la directa puesta. En el primero y en el último minuto.
El gol de Amavisca descosió el partido. El Tenerife buscó el empate y ofreció espacio al Real Madrid. Pudo conseguir el empate en un mano a mano de Pizzi con Buyo. Pero el partido estaba más cerca del Madrid. Era la situación ideal para Laudrup, que comenzó a enhebrar varios contragolpes, cada uno de ellos con aviso de gol. Uno de ellos permitió el tercer gol. Zamorano, que se apunta rápido a la fiesta, cruzó un balonazo que superó a Buljubasich. El resto fue para el Madrid, que tuvo tiempo para divertirse y jugar. Esa es la palabra: jugar. Antes todo era sacrificio y trabajo. Pero, finalmente, el fútbol es un juego.
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