"Jaime no paró hasta convencerme"

La infanta Elena y Jaime de Marichalar oficializaron ayer su compromiso en el palacio de la Zarzuela. Fue un acto íntimo, al que acudieron sus familiares más cercanos. Hubo los tradicionales regalos: un anillo de brillantes para la novia y un reloj para el novio. Luego, los prometidos comparecieron ante cerca de 50 periodistas y desvelaron algunos de los secretos de su noviazgo. Él dijo de ella:"Sus cualidades son tantas que no terminaríamos nunca". Ella dijo de él: "Es cariñoso y tenaz; no ha parado hasta convencerme". La boda será en marzo. El lugar está oor decidir.

Se oyeron vítores y risas al fondo, desde el salón principal donde estaba la familia; poco después aparedieron los novios. Doña Elena tomó del brazo a su prometido y juntos bajaron la escalinata que da acceso a los jardines. A los lados, docenas de cestas de flores que durante todo el día llegaron hasta La Zarzuela como felicitación de amigos y familiares. Olía a boda. La novia sonreía y mostraba cierto sonrojo. El novio miraba al suelo algo desconcertado. ¿Cuándo decidieron casarse? "Hace mucho tiempo, pero lo hemos mantenido en secreto", respondió Marichalar. Doña Elena apostilló: "Lo decidimos hace un mes".

En la mano derecha, como manda la tradición, la futura esposa lucía su anillo de pedida. "Es precioso", exclamó. "Es parte de una diadema que mi abuelo regaló a mi madre", explicó el novio. Y él mostró en su muñeca el reloj que le acababan de regalar, un Audemars Piaget.

La hija mayor del Rey vestía un traje marrón de gasa y una chaqueta adamascada en los mismos colores; el pelo lo llevaba recogido en una trenza. De Jaime de Marichalar, impecable con un traje azul oscuro, camisa rosa y corbata en tonos burdeos, destacaba sobre todo su altura: casi dos metros.

Doña Elena desveló cuándo será la boda. "Nos casaremos en marzo", dijo, pero no aclaró dónde vivirán: "No lo sabemos todavía". Luego, la infanta hizo un ademán a su prometido, ya más relajado, y se fueron a dar un paseo por los jardines. Los fotógrafos les siguieron con sus objetivos. "A él se le ve muy enamorado", comentaban los expertos en bodas reales.

Cuando el paseo terminó, ambos volvieron a la escalinata. Doña Elena, como siempre muy espontánea, llamó en voz alta: "Salid, ahora os toca a vosotros". Entonces aparecieron los Reyes. Doña Sofía se colocó al lado de su futuro yerno, y don Juan Carlos rodeó la cintura de su hija con su brazo. "¡Cuántos habéis venido! Gracias", saludó el Rey.

DonJuan Carlos era un padre feliz. Alguien entre los periodistas dijo en alto: "Enhorabuena, majestades". Los padres de la novia sonrieron. "¿Se siente ya suegro?". "Bueno, de momento sólo soy medio suegro". "¿Le gusta la idea de ser abuelo?". "Cuando lo sea, se lo diré prometió.

Poco después se unieron al grupo el príncipe Felipe y la infanta Cristina. Los puestos en la escalinata se volvieron a distribuir. Doña Elena era quien disponía: "No nos dejéis aquí a los dos solos. Si no, en, las fotos quedaremos, los novios por un lado y vosotros por otro". El Príncipe se colocó entonces al lado del que será su cuñado. Jaime de Marichalar es aún más alto que don Felipe.

Doña María de las Mercedes, condesa de Barcelona, y las infantas Pilar y Margarita, esta última acompañada por su esposo, Carlos Zurita, completaron la estampa de la familia de la novia. Luego fue el turno de la familia del novio. Doña Elena subió las escaleras y acompañó a su futura suegra tomándola del brazo hasta la puerta. Concepción Sáenz de Tejada irradiaba felicidad, pero se le notaba algo azarada: "¿Os iimagináis que no salgan las fotos?", dijo nerviosa.

Luego aparecieron los cinco hermanos del novio. Todos altos, jóvenes y guapos. De nuevo, doña Elena actuó de anfitriona y ayudó a todos a tomar posiciones. Doña María de las Mercedes cogió a su nieto Felipe de la mano y se la besó; le dijo algo al oído mientras una lágrima le corría por la mejilla. Luego, las dos familias posaron juntas. Doña Sofía exclamó: "¡Cuántos somos!". La familia ha crecido.

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