10 muertos en choques entre partidarios y enemigos de Arafat refugiados en Líbano
Los integristas palestinos de Gaza emplazaron ayer al Gobierno de Yasir Arafat a cambiar de rumbo, mientras la crisis entre fuerzas rivales tomaba inesperadamente un peligroso giro con el estallido de sangrientos enfrentamientos en Ain el Helweh, el mayor campo de refugiados del sur de Líbano. Al menos 10 palestinos perecieron n esos combates y otros 20 resultaron heridos.
Las hostilidades estallaron al alba cuando 500 guerrilleros de Al Fatah, principal grupo la de Organización Para la Liberación de Palestina (OLP), arrasaron seis posiciones de una facción disidente alineada con palestinos integristas y de milicianos libaneses del pro iraní Hezbolá (Partido de Dios), así como de otras organizaciones armadas suníes y facciones izquierdistas pro sirias, idénticamente vehementes en sus condenas a Arafat.Tras ocho horas de encarnizada lucha en una zona cerrada -el Ejército libanés cercó el campo de refugiados pero no intervino para detener la violencia-, las fuerzas leales a Arafat parecían haber derrotado a sus adversarios, encabezados por el coronel Munir Makdah, un veterano guerrillero que abandonó la OLP en protesta por el acuerdo de paz con Israel. "No permitiremos que esta traición quede impune. Vamos a contraatacar aquí y golpear a la OLP en todo el mundo", declaró Makdah.
Muchos de los aproximadamente 65.000 refugiados de Ain el Helweh expresaron su. temor ante una eventual extensión del conflicto interpalestino hacia los 12 campos de refugiados de Líbano, donde viven 400.000 palestinos sin esperanzas ni posibilidad alguna de regresar algún día a sus tierras, hoy en suelo israelí.
Mientras tanto, a pesar de los sombríos pronósticos, Gaza vivió ayer una jornada tranquila. El movimiento integrista Hamás decidió postergar para hoy, sábado, una manifestación de homenaje a sus "mártires" a causa, de fuertes lluvias que anegaron prácticamente todas las vías de acceso a la mezquita Palestina, en el centro de la ciudad. Millares de seguidores de Hamás y de la Yihad Islámica -las corrientes en abierto desafío a la Autor¡-dad Nacional Palestina (ANP) y a Al Fatah- acataron las órdenes de dispersarse al término de la oración del mediodía.
Como líder de la ceremonia, el jeque Said Siyam hizo un apasionado llamamiento para evitar que la crisis entre Hamás y la ANP degenere en una guerra civil tras los enfrentamientos de hace ocho días, que dejaron un saldo de 12 muertos y unos 200 heridos en la misma mezquita.
Nuestra furia debe estar dirigida contra Israel. Nuestras manos deben quedar limpias y nuestras balas reservadas para los enemigos sionistas. No queremos una lucha fratricida", afirmó el jeque. La multitud respondió al sermón con murmullos de aprobación.
Rezos con escolta
Arafat acudió a orar, pero en otro santuario y bajo fuerte escolta militar. El líder la OLP eligió la mezquita de Al Abbas, convenientemente colindante con una estación de la policía palestina. Arafat difícilmente pudo ignorar su propia impopularidad en los centros religiosos. Dentro de la mezquita, militantes islámicos colocaron banderas negras y carteles con las leyendas: "Arafat ha destruido la unidad palestina" y "Arafat es el primero, último y único responsable de la masacre de palestinos y, de sus consecuencias".
Conscientes de que las conse- cuencias pueden ser catastróficas y de imprevisible amplitud, los militantes de Hamás y los seguidores de Arafat en Gaza tenían la atención puesta en los furiosos combates interpalestinos que sacudieron el sur de Líbano. [Irán rechazó ayer las acusaciones de Arafat implicándole en la matanza la semana pasada en Gaza, según Efe.]
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