Románticos del atril
Avalancha de actos en el 90º aniversario de la Orquesta Sinfónica de Madrid
El sentimentalismo fue su motor. Sólo el romanticismo de los músicos permitió la creación de la Orquesta Sinfónica de Madrid, hace ahora 90 años, y su posterior supervivencia. Ayer se presentaba en el teatro de la Zarzuela el programa de actividades que servirán para conmemorar el 90º cumpleaños de este testigo musical de la historia de este siglo.Sus comienzos fueron precarios. La ruina había acabado con la Sociedad de Conciertos, la orquesta más antigua que se recuerda, y la tarea de refundarla sólo parecía destinada a un grupo de iluminados románticos. Así fue. Alumnos del conservatorio y ex miembros de la Sociedad de Conciertos se pusieron manos a la obra para poner en marcha el ambicioso proyecto. "Cuando se juntaron", cuenta el historiador de la orquesta, Joaquín Turina, "tuvieron que poner cada uno 10 duros para poder comprar sillas y atriles". La temporada por aquel entonces constaba de no más de seis conciertos. A pesar del éxito de público, no podían repartirse más que seis pesetas por actuación.
En 1905, se hacía cargo de la Orquesta Enrique Fernández Arbós, el héroe de la Sinfónica, un violinista que dedicó su vida a mantener viva la empresa iniciada por los músicos más románticos de Madrid: "Era un hombre amabilísimo y muy honesto", recuerda Jesús Fernández, discípulo del maestro Arbós. Fernández, de 91 años, llegó desde Oviedo a Madrid "como pensionado (becado)". "Era tal la ruina que muchos músicos se marcharon y entonces, en 1919, entré yo".
Los músicos tenían que desdoblarse para llegar a fin de mes. Fernández sobrevivía gracias a las clases que impartía en el conservatorio y a su actividad como animador de la corté. "Arbós era el músico de palacio y el protegido de las infantas. Además de tocar para ellas, contaba chistes y cuentos de mierdas, que hacían mucha gracia a una de las infantas", relata el único superviviente de aquella época de la orquesta. Cuando Arbós obtuvo su cátedra en Londres, Fernández le sustituyó en las labores de animación en palacio.
En los años cincuenta y sesenta, la Orquesta vive sus peores momentos. "Cobraban 200 pesetas por concierto", cuenta el historiador Turina, "pero la mantenían por el orgullo de ser sinfónicos". Algunos músicos tenían que compaginar la música con otro oficio. Mientras unos pasaban las mañanas en un despacho, como abogados del Estado, o en un banco, como empleados, Jesús Fernández se dedicaba a ejercitar sus dedos en los clubes de jazz. "Yo tocaba el saxofón y el violín en la Orquesta Casablanca", cuenta. Por sacar unas perras, llegó incluso a tocar en el circo.
La Sinfónica de Madrid fue la encargada de acercar al público de la capital las obras de Wagner, Strauss, Stravinski... Y los compositores españoles en activo la eligieron para estrenar sus obras. Fue el caso de Falla, Del Campo o Turina. Su prestigio sólo se eclipsó ligeramente con la aparición de la Orquesta Nacional y la de RTVE.
Desde 1981, la Orquesta Sinfónica de Madrid es titular del foso del teatro de la Zarzuela, donde los próximos días 9, 15 y 21 de noviembre actuará dando un repaso a su historia y presente musical. El 900 aniversario sirve también de excusa para la reedición de grabaciones de conciertos realizadas en 1929, con el maestro Arbós a la cabeza de la banda.
Exposición de la historia de la Orquesta Sinfónica de Madrid. Hoy, a las 18.30, en el vestíbulo del Auditorio Nacional, calle del Príncipe de Vergara, número 146 (metro de López de Hoyos). Hasta el 27 de noviembre, en horario de conciertos. (La exposición sólo se puede ver pagando la entrada de cada concierto. No quedan entradas para el de hoy). También se presentará hoy el libro La Orquesta Sinfónica de Madrid. Noventa años de historia, escrito por Joaquín Turina Gómez y Carlos Gómez Amat.
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