Barcelona, a vuelo de pájaro
El Boeing 727 de nombre 'Aragon' realizó, hace 20 años el primer vuelo del puente aérleo
El 4 de noviembre de 1974, hace ahora 20 años, a las 11. 30 de la mañana, despegaba del aeropuerto de Barajas un Boeing 727, el Aragón, con destino a Barcelona. Era el vuelo inaugural del puente aéreo. Apenas cincuenta minutos después el avión aterrizaba en el aeropuerto, de El Prat al son de las trompetas de la banda municipal barcelonesa que había seleccionado para la ocasión Ias melodías más patrióticas de turno", según relata un cronista de la época.El alcalde de Barcelona, Enrique Masó, y las autoridades más destacadas de la ciudad aguardaban a los ilustres pasajeros de este primer vuelo. Entre ellos se encontraban el ministro del Aire, teniente general Mariano Cuadra Medina, el alcalde de Madrid, Miguel Ángel García Lomas, y el presidente de Iberia, Jesús Romeo Gorriá, a los que obsequiaron con una tarta conmemorativa. En el pastel, entrelazadas por un arco iris de azúcar, aparecían la fuente de Canaletas y el oso y el madroño. Catalanes y madrileños nunca habían estado tan cerca, unidos por 26 vuelos diarios (13 de ida y otros tantos de vuelta) y por sólo 1.961 pesetas el billete. Era el primer servicio de este tipo que se implantaba en Europa y el tercero del mundo, después de los que unían Nueva York con Washington y Boston.
Los diarios catalanes y madrileños de hace dos décadas reflejan que el puente aéreo no sólo fue un importante avance en las comunicaciones y las relaciones comerciales. Supuso un "puente psicológico y sentimental" entre las dos ciudades. Un columnista escribió con motivo de este acontecimiento: "Me parece que hasta ahora nuestro conocimiento de los catalanes no ha pasado de ese viajante cómico con mucho acento que sale en los espectáculos de variedades". Y añadía: "Sólo un estúpido centralismo de organillo y gorra a cuadros ha podido hacernos ignorar que a tres cuartos de hora de avión hay un mundo totalmente diverso del nuestro, rico y emocionante, que tiene para nosotros sus ofrendas y sus exigencias, sus ramblas con flores y su literatura con denuncias".
El comandante Carlos Calderón Cabañas, de 61 años, jubilado en la actualidad, recuerda perfectamente aquel 4 de noviembre en el que le tocó pilotar el vuelo inaugural del puente aéreo. "Yo era inspector de vuelo de la flota 727 y me pidieron que llevara ese avión. Hubo un gran revuelo de periodistas, pero a mí no me afectó demasiado la fiesta, ya que la tripulación técnica, una vez que cierra la puerta de la aeronave, tiene poco contacto con el pasaje".
Durante los 19 años más que permaneció en activo, el comandante Calderón pilotó en muchas ocasiones alguno de los aviones del puente aéreo y asegura que desde un, principio se convirtió en el ojo derecho de la compañía, que "desde siempre ha intentado proteger este servicio, dándole preferencias sobre cualquier otro para que los retrasos sean los mínimos posibles".
Las cifras corroboran las palabras del comandante.. Actualmente, Iberia destina en exclusiva 12 aviones Boeing 727 al puente aéreo, sin contar con los vuelos de enlace con Europa. Casi dos millones de pasajeros utilizaron el puente en 1993, el doble que hace 20 años. Cuatrocientos setenta y cinco profesionales (pilotos, azafatas y técnicos de cabina) están dedicados únicamente a realizar este vuelo, que alcanza una velocidad media de 850 kilómetros por hora y consume 3.500 kilos de combustible. Frente a los 12 saltos diarios que el puente aéreo realizaba en 1974 en cada sentido, ahora la oferta alcanza una media de 30 vuelos al día -en horas punta, uno cada 15 minutos- y, según fuentes de la compañía, la puntualidad es del 98%.
Lo que no ha evolucionado prácticamente en estos años, es el perfil del usuario del puente aéreo: son en su mayoría hombres de entre 35 y 40 años que se trasladan por motivos de trabajo, un dato indicativo del bajo número de ejecutivas y directivas que a estas alturas hay todavía en España.
Respecto a las diferencias con otros vuelos, Carlos Calderón explica que "el puente aéreo supone una gran tensión y exige una continua atención por tener que realizar un despegue y un aterrizaje en muy poco tiempo y con un gran tráfico en las aproximaciones". También el pasaje tiene unas características especiales. "No es un vuelo turístico y muchas personas repiten el trayecto con bastante frecuencia. Hasta el punto de que cuando se realiza un viraje diferente por indicaciones del propio control aéreo, algunos pasajeros notan que el avión no ha seguido el camino habitual. Más de una vez me lo han comentado al finalizar el viaje".
El puro del alcalde
La expectación que levantó la puesta en servicio del puente aéreo fue tal que algunos llegaron a calificarlo de "unión vivificante", "cordón umbilical" u "ósmosis filante" impresionados por el hecho de que fuera más fácil "ir a Barcelona que a Usera o a Móstoles", o de que un barcelonés pudiera tardar "tan sólo 120 minutos desde su casa al centro de Madrid". Otros más exagerados sentenciaban: "Así se salvó Berlín en un momento crucial de la guerra fría". Los responsables políticos se dejaron llevar también por la "política de comprensión" a la que se refirió en su discurso el alcalde de Barcelona, Enrique Masó: "Gracias a la comunicación se han roto viejos recelos e incomprensiones". Y el presidente de Iberia dijo que el puente era "como sobreponer la plaza de Cataluña en la Puerta del Sol".En cuanto a incidentes o anécdotas curiosas, hubo pocas en este primer vuelo, que en realidad había comenzado a funcionar tres días antes, el 1 de noviembre. A falta de nada mejor, el diario Pueblo informaba detalladamente de la carrera entablada entre los alcaldes de Madrid y Barcelona por ofrecerle un cigarro al ministro del Aire. Llegó primero García Lomas, quien obsequió al ministro con un puro de 30 pesetas, y que provocó que este último comentara: "Qué pobres puros fuma el alcalde de Madrid".
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