Zamorano abrió la eliminatoria
Críticas del público a Butragueño y dos goles de Dani, otro debutante
El Madrid descifró el extraño código ruso en la segunda parte, después de llevar una cierta preocupación a la hinchada en el primer periodo. Vive la afición un poco aprensiva después del empate del Compostela y la derrota en Zaragoza, sin entender los vericuetos del fútbol, que a veces premia la injusticia. Pero cuando Zamorano cazó el tremendo cabezazo del primer gol, los miedos se disiparon, se abrió la autopista para el equipo local y se olvidaron los reproches a Butragueño, que vivió sometido a las críticas durante todo el partido. Fue un acto de injusticia. Butragueño jugó mal, pero la gente debe estar atenta y agradecida a la historia. Butragueño ha sembrado Chamartín de tardes inolvidables, de momentos que permanecerán para siempre en la memoria del madridismo. Incluso ahora, cuando los tiempos le vienen torcidos, su actitud es un modelo de sensatez, tacto e inteligencia. Pero el público ha decidido vivir al día y olvidar a los jugadores que han hecho grande al Madrid. Valdano tuvo el tacto de mantenerle en el campo y de recordar que la memoria sirve para algo.El Madrid volvió a jugar con su ansiedad en la primera parte, aunque puso todas las condiciones para llevarse la victoria. Punto por punto fue superior: dispuso de la pelota durante todo el partido, apretó a los rusos de forma descarada, tuvo sus oportunidades (menos de las que pedía su dominio) y siempre manifestó la superior calidad de los jugadores. Algo de eso venía a decir la estadística de la primera parte. El Dinamo no remató en ninguna ocasión. Sin embargo, la sospecha de la sorpresa comenzó a adueñarse del ambiente. No había ningún motivo real para el temor, pero los últimos resultados del Madrid han sido muy poco generosos con el equipo de Valdano. Sucedió frente al Compostela y también con el Zaragoza. Ef Dinamo jugó -a eso. Simplemente esperó que el desarrollo del partido le diera su oportunidad, porque los partidos siempre proporcionan la ocasión a cualquiera, incluso a las peores especies de equipo, como el Dinamo, un conjunto instalado en el pleistoceno, con marcajes individuales - a todo- el que se mueve y un sentido primitivo del juego. Su única cualidad es la rapidez de sus delanteros. Lo demás, una ruina.
El problema para el Dinamo fue que su primer tiro llegó después del gol de Zamorano. Es decir el partido estaba perdido. Su batiburrillo táctico sólo le sirvió para afear el partido y provocar algunas reacciones de extrañeza en el Madrid, acostumbrado a medirse con equipos más ortodoxos. Pero ayer su enemigo le proponía un viaje al pasado, a un fútbol descatalogado. Frente a eso el Madrid no jugó ni bien mal, sino todo lo contrario. El cabezazo de Zamorano eliminó cualquier posibilidad de desgracia. Hasta entonces, el Madrid había superado al Dinamo pero su juego era un tanto chato. El portero ruso merecía algo más de trabajo. Pero los madridistas jugaban al pie y no encontraban las soluciones necesarias para desanudar, la madeja del Dinamo. Después del gol, ]la goleada se adivinó por todas partes. Los rusos habían llegado para intentar una difícil supervivencia: manejaban el empate con la esperanza de cazar el gol en algún momento. Les resultó imposible. En la segunda parte, el Dinamo apareció con toda su desnudez: una peste de equipo.
El público, que la había tomado con Butragueño, se calmó y comenzó involucrarse en el partido. Quería goles y los tuvo. El segundo fue de Redondo en, todos los aspectos sobre todo por el estilo: la arrancada, las fintas con el cuerpo, el balón escondido y la entrada poderosa en el área. Su primer gol como madridista, notable por cierto. El resto del partido fue un descenso por la pendiente de los goles, protagonizados por Dani, otro muchacho con clase y presencia en el área. El futuro asoma en el Madrid, y parece que es excelente.
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