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El tiroteo contra la Casa Blanca vuelve a mostrar la vulnerabilidad de Clinton

Antonio Caño

El tiroteo del sábado podría poner fin a una tradición de fácil acceso a la Casa Blanca. Después de que una avioneta se estrellara en septiembre contra la residencia presidencial, Bill Clinton prometió que "la casa del pueblo seguirá abierta". Francisco Martín Durán, el hombre que disparó anteayer, había sido expulsado del Ejército norteamericano después de haber cumplido cuatro años de cárcel por un delito de asalto.

Martín Durán comparecerá hoy de nuevo ante un juez para ser acusado de posesión ilegal de arma de fuego y destrucción de propiedad pública. No hay pruebas todavía para presentar cargos contra él por intento de asesinato del presidente de Estados Unidos.Sin embargo; los responsables de la seguridad del presidente están pensando ahora en la posibilidad de cortar el tránsito de peatones y vehículos por la avenida de Pensilvania, en la cara oeste de la mansión y el lugar desde donde más próximo llega a estar el público de los despachos y habitaciones particulares de sus inquilinos.

Desde el lugar en que disparó Francisco Martín pueden estar perfectamente al alcance de un fusil tanto el presidente, que camina por el área con frecuencia, como algunos de los visitantes extranjeros a los que recibe. En ocasiones excepcionales, la policía interrumpe el tráfico en la avenida de Pensilvania por razones de seguridad, pero habitualmente los turistas se toman fotos en la reja metálica que los separa, unos pocos metros nada más, del la puerta de la residencia. Diariamente, además, grupos de visitantes recorren los salones de la Casa Blanca.

Obviamente, existe un control de acceso a la mansión, pero no hay vigilancia policial ostensible fuera de ella. Un atentado suicida, como el de alguien que quisiera arrojar una granada o uno de esos misiles que pueden lanzarse desde un automóvil en marcha, es imposible de evitar con la seguridad actual.

"Tiro al blanco"

La esposa del agresor del pasado sábado, que vive en el condado de El Paso, en el Estado de Colorado, había presentado una denuncia por la desaparición de su marido el pasado 1 de octubre. La última vez que habló con él, Martín le dijo que iba a comprar "material para practicar el tiro al blanco", según ha informado el sheriff de ese área. Francisco Martín Durán sirvió en el Ejército desde 1987 hasta 1991. Posteriormente trabajó como empleado de un hotel.

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La policía no ha informado todavía del móvil que llevó a este hombre de origen hispano a efectuar entre 20 y 30 disparos contra la residencia presidencial con un fusil SKS de fabricación china en el momento en que Bill Clinton veía un partido de fútbol.

El incidente del sábado podría haber sido peor de no evitarlo la valentía de algunos turistas que tomaban fotos frente a la residencia presidencial. Algunos de ellos atraparon al agresor en el momento en que se disponía a recargar su arma, que llevaba escondida bajo su gabardina.

El servicio secreto norteamericano, la fuerza responsable de la seguridad del presidente, no descarta todavía poder acusar a Francisco Martín de intento de asesinato, pero, por el momento, no han reunido pruebas para ello.

El placer de estar de vuelta en casa

El presidente no ha variado su programa como consecuencia de este suceso. Aunque varios proyectiles hicieron impacto en el edificio de la Casa Blanca, algunos, de ellos en la oficina de prensa, ninguna persona resultó herida. en el incidente, Hillary Clinton y su hija Chelsea no se encontraban allí en ese momento.En la misma noche del sábado, Clinton acudió a un cena con 3.000 personas con la comunidad italo-norteamericana. Después de un viaje por la peligrosa región de Oriente Próximo, donde estuvo sometido a una férrea protección, "es un placer estar de vuelta en la tranquila y segura Casa Blanca", dijo bromeando el presidente en su única referencia al tiroteo ocurrido. Curiosamente, el fusil SKS era de uso legal en este país hasta que Clinton, en una dura pelea con el Congreso, consiguió prohibirlo el pasado verano.

Es la segunda vez en dos meses que la seguridad de Clinton se ve amenazada por este tipo de acciones aisladas, aparentemente protagonizadas por perturbados con deseos de notoriedad. En septiembre, una avioneta pilotada por un drogadicto con antecedentes de enfermedad mental se estrelló contra el jardín del sur de la Casa Blanca.

El último incidente se produce en el momento en el que EE UU está viviendo un fuerte debate sobre la forma de controlar la inmigración ilegal, fundamentalmente compuesta por personas de origen hispano.

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