LITTÍN VUELVE AL CINE
El último filme de Miguel Littín, Los naúfragos, que cuenta el retorno al país de un exiliado de la dictadura y su búsqueda de un hermano detenido desaparecido, ha sido el reencuentro del director chileno con su país. Ambientado y filmado en su pueblo natal, Palmilla, una pequeña localidad rural al sur de Santiago, es el primer filme que rueda Littín en su país después de estar exiliado bajo el régimen militar. Con pinceladas autobiográficas y un relato que introduce elementos oníricos, Los náufragos es un reencuentro doloroso y esperanzado de Littín con Chile. En su discurso en el estreno del filme, citó a una madre de un desaparecido: "Ahora estoy feliz porque puedo estar triste, porque sé dónde está enterrado mi hijo". El cineasta, elegido alcalde de Palmilla en las primeras elecciones municipales después de la dictadura de Pinochet, un cargo que ejerció hasta hace dos meses, tiene una visión crítica de su país. "A mí me duele Chile, porque quiero que cambie y porque creo que si todos decimos que sí a todo no vamos nunca a avanzar hacia algo mejor", dijo en una entrevista con La Época. Según él, "resulta incongruente e increíble para toda la humanidad que uno de los personajes que fuera uno de los responsables mayores de lo ocurrido en 17 años siga siendo una de las personas que detenta parte del poder en Chile". Pide suprimir heridas y llagas para llegar a un proyecto compartido como país: "Hoy día somos fragmentos de un archipiélago". Dispara a diestro y siniestro cuando La Época le pregunta sobre qué huele mal en Chile: "Las medias verdades; las medias mentiras; lo que no se dice nunca; lo que no se puede decir; las grandes empresas destinadas a convertir a Chile casi en un país confesional; la casi imposibilidad de ser pluralista, aunque se diga; la imposibilidad de que exista la diversidad de opiniones; la falta de justicia; esto que se diga que somos un país moderno, cuando realmente somos un país que puede aspirar a la modernidad siempre que suprima el círculo infernal de la pobreza extrema". Ni en los personajes de Los náufragos ni en el país real hay reconciliación, dice. "Los familiares de los desaparecidos no estarán en paz nunca mientras no sepan dónde están enterrados, porque para ellos siguen viviendo, siguen rondando". Desde su exilio en España, Littín tenía una visión con menos matices de Chile. En el país, "viviendo lo cotidiano, todo se va relativizando", y advierte "que las fuerzas civiles no tienen la capacidad de dominar a las fuerzas militares".-
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