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FÚTBOL PRIMERA DIVISIÓN

Al Barça le cuesta resolver

Un gol de Bakero acaba con un Tenerife conservador en el Camp Nou

Ramon Besa

"Ja tenim equip". La hinchada ya no mira los papeles ni atiende a la radio para saber quién juega. Hay ya un perfil de equipo definido sobre la cancha. Cruyff maneja un colectivo base y hasta repite alineación, como aconteció ayer, ya que actuaron los que ganaron en Valencia. El punto de referencia de esta Liga es, por ahora, momentáneamente, Mestalla. Y Mestalla significa sudor. Hay sufrimiento en el Camp Nou. No hay manera de despachar un choque con alegría. El desparpajo llegó ayer del Bernabéu.El de hoy es un Baroja de peso que persigue un fútbol propio de futbolistas livianos. Hay una notable presencia física en el terreno. El cuero discurre bajo el corte de Nadal, el zapatazo de Koeman, la garra de Bakero y el coraje de Stoichkov. El talento aguarda a que Guardiola coja el sitio y Romario la forma.

Le cuesta aún al equipo adaptarse a las circunstancias del choque. Los cambios de posición desorientan al grupo. Diríase que, elegidos los titulares, toca ahora repartirlos. Y ahí hay disfunciones. Las de ayer se apreciaron notablemente. Cruyff comenzó por recolocar a Nadal y Abelardo como centrales, para habilitar a Koeman como libre por delante. El equipo, armado en defensa, se estiró en ataque. Ligó media hora de fútbol de ordeno y mando. Pisaba. Era un pegaso.

El asentamiento permitió hasta el camuflaje de Guardiola como interior zurdo. El medio centro se apartó del ombligo del campo y dejó vía libre a la diagonal de Koeman, a la carrera de Ferrer y al trote de Nadal. Le tenía ganas el equipo al partido. Iba y venía el balón de la divisoria al marco de Ojeda hasta que se lesionó Eusebio. Retirado el interior diestro y reemplazado por otro 8 (Amor), el colectivo, sorprendentemente, se diseminó.

El descanso fue bien recibido para recomponer al grupo. Nueva orentación: línea de tres en la zaga (Abelardo y Nadal de marcadores y Koeman de escoba), subida de los dos laterales y Guardiola al círculo central por el recular del holandés. Hay amagos de buenos pases interiores. El equipo amenaza de nuevo con ligar medio partido. Falsa impresión. Queda el Barça en manos de Stoichkov. Futbolista de sangre caliente y ofuscado en marcar su gol número 100, el búlgaro convierte el choque en un asunto entre él y los demás. Cruyff, temeroso de que le expulsen, lo cambia, y la grada saluda la retirada del ariete como si fuera Jesulín de Ubrique.

El partido acaba con una oreja pegada al Bernabéu y los ojos clavados en el Camp Nou. No hay partido desde que comenzó la remontada en que la grada no mire al reloj (Atlético, Valencia, Manchester y Tenerife). El grupo de Cruyff transmite recelo. Impera la discontinuidad. No tiene el colectivo la dimensión de equipo y, además, mantiene vicios ancestrales. Pierde pegada en situaciones favorables. No sabe jugar con uno más que el rival.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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