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Mitterrand y González analizan las relaciones de la UE con el este europeo

La ampliación hacia el este de la Unión Europea es una necesidad política, pero un imposible económico. El presidente del Gobierno español, Felipe González, y el presidente de la República Francesa, François Mitterrand, dedicaron su encuentro de ayer en Foix (Pirineos franceses) a reflexionar sobre el futuro europeo, y coincidieron en que la economía de los países ex comunistas no era, ni de lejos, lo bastante saludable como para contemplar su ingreso en la UE. Ambos dirigentes celebraron ayer su última cumbre anual.Mitterrand concluye su segundo mandato en mayo, si su enfermedad le permite llegar a esa fecha, y no quiere irse sin dejar resueltas las incógnitas que envuelven el proceso de construcción europea. La entrevista fue, como de costumbre, cordial. Y hubo un "acuerdo casi completo en los puntos de vista", según el portavoz de Mitterrand, Jean Musitelli.

La conversación giró en torno a tres cuestiones: la propuesta de la democracia cristiana alemana sobre una UE construida en círculos concéntricos a partir del núcleo duro franco-alemán, las perspectivas de la actual ampliación hacia el norte y la conferencia intergubernamental de 1996.Reticencias hacia el NorteLos ministros presentes mantuvieron reuniones bilaterales, y, tras su cita con Mitterrand, González se reunió con el primer ministro francés, Édouard Balladur. Mitterrand aseguró a González que Francia no quería saber nada de núcleos duros, de mecanismos que pudieran marginar a uno u otro país ni de bloqueos. "Hay que atenerse simplemente a lo acordado en Maastricht", dijo el presidente francés, quien compartió la preocupación española por el vuelco hacia el norte que experimenta este año la UE.

En una entrevista con Felipe González publicada ayer por Le Figaro, el jefe del Gobierno español expresaba su temor a que el sur quedara marginado. Mitterrand aseguró que Francia asumía su liderazgo natural de la Europa sureña, igual que Alemania lo hacía con la del norte, y comentó que la integración de países como Dinamarca, Finlandia y Austria provocaba un desequilibrio hacia el norte que debía compensarse de alguna forma.

Ambos dirigentes socialistas coincidieron en la necesidad de emprender una reforma del sistema de voto en la UE, de forma que el mayor número de países del bloque norte fuera compensado por el mayor número de habitantes del bloque sur.

Felipe González hizo notar que las economías de dichos países no alcanzaban un tercio de la media comunitaria. Felipe González y cinco de sus ministros (Exteriores, Defensa, Agricultura, Obras Públicas y Cultura) llegaron a la ciudad de Foix, donde se celebraba la cumbre hispano-francesa, hacia las 5.30 de la tarde. Los españoles fueron recibidos con aplausos, mientras que Balladur y sus ministros fueron abucheados en la calle.

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