El pariente pobre de la primera dama
Clinton necesita confiar en un cuñado con escasa probabilidades de ganar
En la modesta oficina electoral de Hugh Rodham en Coral Gables, inconfundible barrio de Miami, Clay Kaiser se presenta a sí mismo como el director de asuntos políticos y el chófer del candidato. No hay dinero para pagar muchos asesores en esta campaña. No hay dinero ni para pagar anuncios en televisión. De hecho, esta candidatura no ha conseguido recolectar más de 300.000 dólares (unos 37 millones de pesetas) para competir por un puesto en el Senado de Estados Unidos contra uno de los más fuertes contrincantes republicanos en todo el país, Connie Mack, cuyos recursos económicos son, cuando menos, diez veces superiores. En realidad, el único capital político de Hugh Rodham es el de ser hermano de la primera dama, Hillary Rodham Clinton, y hasta eso puede ser un inconveniente en estos tiempos.Otros candidatos demócratas hacen esfuerzos por despegarse de la gestión del presidente, cuyos resultados, hablando en términos de popularidad, no ayudan demasiado con vistas a las elecciones parciales del 8 de noviembre. Hugh Rodham, no puede hacerlo. No sólo por sus relaciones familiares con él, sino porque ese parentesco es, quizá, la única razón por la que este abogado de 44 años, que presume de liberal y de demócrata a ultranza, está compitiendo por un cargo político. "Yo sólo soy el aperitivo. El plato principal viene a continuación", reconocía Hugh Rodham al hacer uso de la palabra antes de su hermana en un acto electoral.
Sus posibilidades son escasas. Las encuestas lo sitúan a más de 30 puntos de distancia de Mack, el actual senador. Pero Rodham ya dio la sorpresa al obtener la candidatura demócrata para estas elecciones y piensa que podría darla de nuevo.
Bill y Hillary Clinton han hecho casi todo lo que está en su mano para ayudarle. El pasado sábado, los dos viajaron hasta Miami para participar en un mitin junto a Rodham. Su victoria no sólo sería una gran alegría personal para la primera dama, que de alguna manera está también sometida a escrutinio en estos comicios, sino que le quitaría al presidente uno de sus principales enemigos en el Senado.
"Connie Mack es el automático no ", dijo Bill Clinton en su intervención en Miami. El senador republicano, un conservador recalcitrante que basa su campaña en los dos grandes principios republicanos -menos impuestos, más mano dura contra el crimen-, se ha opuesto a todas las principales iniciativas parlamentarias de la Casa Blanca en los dos últimos años. Una victoria demócrata en Florida le daría a Clinton, además, esperanzas para ganar en este importante Estado en las elecciones presidenciales de 1996, lo que ya estuvo a punto de conseguir en 1992.
En esta ocasión, con Hugh Rodham, la cosa está mucho más difícil. Pese a estar recientemente casado con María Victoria Arias, una cubana partidarla de una política dura contra Fidel Castro, el candidato demócrata no ha conseguido el respaldo de la principal organización del exilio cubano, la Fundación Nacional Cubano Americana, y de su poderoso líder, Jorge Mas Canosa. El influyente lobby del exilio está muy satisfecho del trabajo realizado en su favor por Connie Mack. Y aunque ahora su corazón puede estar dividido porque María Victoria ha tenido un papel fundamental para alinear a Bill Clinton del lado de la no negociación con La Habana -algo que confía en capitalizar Hugh Rodham-, los intereses de Mas parecen mejor salvaguardados por Mack.
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