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Temor ascenso rojo

Si los poscomunistas entran en el Bundestag pueden complicar mucho la formación de Gobierno

La posibilidad de que los poscomunistas del Partido del Socialismo Democrático (PDS) consigan mayoría en tres distritos electorales y, por lo tanto, tres diputados directos, en Berlín y en la antigua República Democrática Alemana (RDA), se ha convertido en uno de los temas centrales de atención en las elecciones federales del próximo domingo, porque puede complicar mucho la formación de una mayoría de gobierno estable en Alemania.Si el PDS consigue tres mandatos directos, contarían todos sus votos, aunque no llegase al 5%. Así lo dispone la ley electoral. Los poscomunistas entrarían entonces en el futuro Parlamento Federal (Bundestag) con una cifra estimada entre 20 y 30 diputados. Estos escaños podrían inclinar la balanza hacia una mayoría de izquierda, si se suman los escaños del PDS con los de socialdemócratas (SPD) y Verdes.

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Esta perspectiva quita el sueño a muchos en Alemania. El canciller federal, el democristiano Helmut Kohl (CDU), asegura en cada uno de sus mítines y entrevistas en televisión que, si su contrincante socialdemócrata, Rudolf Scharping (SPD), cuenta con un solo voto más, Alemania tendría un canciller apoyado por los comunistas -es decir el PDS- y los verdes. Su socio de coalición, el ministro de Asuntos Exteriores liberal Klaus Kinkel (FDP), augura en tonos apocalípticos que, en ese caso: "¡Buenas noches, Alemania!"

Scharping (SPD) jura una y otra vez que ningún socialdemócrata admitirá ser elegido canciller con los votos o cualquier forma de apoyo del PDS. El líder más carismático del PDS es el diputado Georg Gysi, abogado de 46 años hijo de un ex ministro de Cultos de la fenecida RDA. Gysi, brillante y más listo que el hambre, comentaba, ayer en Bonn durante un desayuno con un grupo de corresponsales que a Scharping le tocará decidir, a la vista del resultado, si presenta o no su candidatura a canciller. Añade Gysi que, aunque Scharping no quiera contar con los votos del PDS, sería demasiado pedir que ellos voten por KohI. En su afán de marcar distancias con el PDS, el candidato del SPD a la cancillería ha llegado a afirmar que el PDS es como una tarta con una capa de nata, que representa Gysy, 'pero que tapa un montón de estiercol.

El PDS tiene una posibilidad efectiva de entrar en el futuro Bundestag. No parece que vaya a conseguir llegar al 5%, porque el PDS es insignificante en el Oeste y todo su poderío se concentra en la antigua RDA, donde se ha convertido en la tercera fuerza política, con un porcentaje de votos que se aproxima al 20%. En dos o tres distritos electorales de Berlín el PDS puede llegar a conseguir la mayoría relativa y los tres diputados que le abrirían las puertas del Bundestag, con entre 20 y 30 diputados. Gysi se permitió ayer pronosticar que el PDS conseguirá cuatro diputados directos e incluso superará la barrera del 5%.

Este Pronóstico parece optimista en exceso. Los sondeos más serios dan al PDS en torno a un 4%. La esperanza de los poscomunistas se basa en conseguir los tres diputados directos, que pueden provocar muchos quebraderos de cabeza en Bonn a la hora de formar un Gobierno con mayoría estable.

El PDS se ha convertido en el partido capaz de articular la protesta y canalizar el desencanto por la reunificación en la Alemania del Este. Por una paradoja no exenta de cierta perversidad, el PDS se ha convertido en una fuerza política precisamente en la antigua RDA, el escenario de la dictadura prusiano-estalinista de su antecesor el Partido Socialista Unificado de Alemania, los comunistas del SED. En el Este, el PDS capitaliza el desencanto y ha sabido enmascarar con un cierto populismo el tufo estalinista de muchos de sus cuadros amamantados en las ubres del antiguo SED. Para Kohl, la cosa resulta mucho más sencilla y se limita a definir al PDS como "fascistas pintados de rojo".

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