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CONCLUSIONES DE LA CUMBRE FINANCIERA DE MADRID

Los países en desarrollo ganan posiciones en los foros internacionales tras la asamblea de Madrid

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ya no será el mismo después de la asamblea que, junto al Banco Mundial, acaba de celebrar en Madrid. La reunión, más movida de lo estimado en principio, ha supuesto el comienzo del cambio en la cooperación económica internacional. El poderoso Grupo de los Siete ya no lo es tanto, ni está tan cohesionado. Los países en desarrollo, apoyados por los industriales que no forman parte de los grandes -entre ellos España- le han parado los pies. ¿Quién ha ganado? Como dicen medios cercanos al Fondo, "el partido no ha terminado, estamos en la prórroga".

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Confrontación en Madrid

"Habrá un antes y un después de la asamblea de Madrid". Las palabras de Michel Camdessus a la prensa antes de que comenzara la asamblea del FMI se han cumplido al pie de la letra. Nunca hasta el pasado domingo una reunión del comité interino -el órgano que recomienda la política a seguir por el FMI a corto plazo- había sido tan tensa, y nunca había terminado sin consenso entre los 24 miembros que representan a los 179 países de la institución. Lo que podía ser una fiesta para anunciar el fin de la recesión, se convirtió ese día en la muestra patente de que las reglas del juego han cambiado. El desacuerdo ha abierto la puerta a los países que hasta ahora levantaban poco su voz y por ella han entrado nuevos aires. "Ha sido algo refrescante", ha llegadoá decir el presidente del comité, el belga Philippe Maystad.Él es ahora el encargado de recomponer las relaciones entre el G-7 (de cuyo lado se pone Rusia) y los demás. Se trata de evitar "el error de cálculo", como han dicho en el FMI, en el que incurrió Camdessus al llevar una agenda sin acuerdo previo a la reunión del comité interino. Según comentaba estos días en Madrid gente próxima al Fondo, el director-gerente creía que la ayuda que los países industrializados, especialmente Alemania, querían conseguir para el Este de Europa doblegaría su resistencia a una emisión general de derechos especiales de giro (DEG).

El DEG, es una especie de moneda que emite el Fondo y que sirve de activo de reserva. Una emisión general, como pretende Camdessus, aporta reservas adicionales inmediatas a todos los países en función de las cuotas que pagan al Fondo, mientras una emisión especial, como propone el G-7, no tiene en cuenta esa forma de reparto y requiere reformar los estatutos de la institución, lo que supone dos años de proceso. En el esquema previsto por el FMI, en Madrid los ricos cedían a una emisión general y los demás, a cambio, aprobaban más ayudas para el antiguo bloque soviético.

No fue así. Alemania arrastró al G-7 y se negó en rotundo a una emisión general de DEG que beneficiaba a los países en vías de desarrollo. La sorpresa fue que estos últimos, con la ayuda de algunos otros, no aceptaron tampoco la propuesta de los siete -una emisión especial destinada en su mayor parte al Este de Europa- y bloquearon, además, ayudas suplementarias para el antiguo bloque soviético. Acababa de terminar la hegemonía del Grupo de los Siete en el Fondo Monetario Internacional.

"Los países en desarrollo", ha dicho su representante Willy Zapata, gobernador del banco central de Guatemala, "han acordado este año que tienen que tener mayor protagonismo en las reuniones de los organismos multilaterales. La recuperación de la, economía general que estamos anunciando proviene de los países en desarrollo y eso hay que reconocérselo", añadió. Según las previsiones del FMI este, año los países industrializados crecerán el 2,7% frente al 5,6% de los países en desarrollo.

Las divisiones en el interino provocaron que Camdessus sólo consiguiera sacar la primera de sus propuestas: posibilitar que todos los países puedan acceder a préstamos equivalentes como poco al 85% de su cuota frente al 65% de tope actual, con fuertes programas de ajuste.

Perdedores

El director-gerente del Fondo fue inmediatamente señalado como el primer perdedor, pero también como el primer culpable. "Es un funcionario internacional, un burócrata. Y ha sido alucinantemente arrogante", llegó a decir un miembro de la delegación de EE UU. Pero Camdessus, que ha sido gobernador del Banco de Francia y dirige las riendas del FMI desde 1987, no olvida que el G-7 sólo cuenta con el 45% de los votos d -el interino y que para aprobar una propuesta hace falta el 85%. El director-gerente, cuyo mandado finaliza en 1997, tiene un importante respaldo que piensa hacer valer.

Es muy probable que dentro de poco Camdessus vea aprobada una nueva emisión de DEG, pero no será la suya. El consenso impondrá. tomar un camino intermedio que, según todos los indicios, pasaría por una pequeña emisión general de DEG, de la que se beneficiarán los países e n desarrollo, y otra, de mayor cuantía, especialmente diseñada para beneficiar al Este de Europa. El acuerdo en los DEG facilitaría, por otra parte, una ampliación del Servicio de Transformación Sistémica (línea especial de créditos al Este de Europa cuya vigencia finaliza este año).

Todo ello aliviaría la situación de los países con economías en transición, especialmente Rusia, cuyo PIB caerá este año un 12%. Es el gran perdedor.

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