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48 muertos en el suicidio colectivo de los seguidores de una secta en Suiza

Enric González

Cheiry Los bomberos tardaron horas en hallar el templo secreto de Cheiry. Dentro había 22 cadáveres, vestidos para un último rito. Otro estaba en la casa adjunta. Y a 180 kilómetros, en unos chalés de Salvan, 25 cadáveres más. 48 muertes, y la policía suiza no daba aún por cerrado anoche el recuento. Cheiry y Salvan, dos aldeas idílicas de Suiza, fueron el doble escenario de una misma ceremonia atroz. Las victimas, entre las que había niños, pertenecían a una secta llamada Orden del Templo Solar, Templarios de Oro o Templarios del Sol.

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Sectas de muerte

Algunos se suicidaron, otros recibieron un balazo en la cabeza. El presunto líder de la secta, un médico homeópata canadiense llamado Luc Jouret, podría figurar entre los autoinmolados. Quedaban muchos interrogantes. Sólo era seguro el horror, enmarcado en un paisaje de postal alpina. Los vecinos de Cheiry, a unos 30 kilómetros de Lausana, se habían acostado tarde. El restaurante local celebraba el martes su ampliación, y eso, en una aldea de 270 habitantes, es toda una fiesta. Pasaban minutos de la medianoche cuando alguien vio llamas en la colina. La granja conocida como La Rochette estaba ardiendo. Cuando llegaron los bomberos no quedaban más que los muros y un cuerpo semicarbonizado en la cocina, que podía ser el de Albert Giacobino, de 73 años, dueño de la granja. Giacobino tenía alquilada la finca a un grupo de agricultores macrobióticos, cuatro o cinco chicos, nadie recordaba con exactitud. Pero no aparecían más cuerpos. Los viejos del lugar sabían que tras el garaje hubo antiguamente unos graneros. Los bomberos golpearon cada pared hasta encontrar la falsa, un tabique de madera que se hundió bajo los golpes de las hachas. Más allá habitaba el horror. Era el principio de una con moción nacional, de la tragedia más grave de la historia de Suiza, producida en un rincón cuyos habitantes equiparan al paraíso terrenal.

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