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SOCIOLOGÍA

Así son o así parecen

Un informe del declive del Reino Unido despierta la vieja rivalidad entre franceses y británicos

¿Es el Reino Unido un país fósil dominado por una casta popularmente conocida bomo la gente Oxbridge, la presunta élite educada en Oxford o en Cambridge? ¿Un país que da la espalda a Europa y se reafirma en su estrecha insularidad? ¿Es, en suma, un país en declive? Los franceses así lo creen, a juzgar por las cien páginas que el Instituto Francés de Relaciones Internacionales acaba de dedicarle a su controvertido vecino insular.El informe, del que se han hecho eco con notable acritud algunos periódicos británicos, pinta, dicen, un país apegado a los privilegios de clase, donde aún resuenan los ecos del orgullo imperial y donde la sumisión política a los Estados Unidos ha bloqueado cualquier intento de integración completa en su escenario geográfico natural: Europa.

Lejos de revestirse de su proverbial flema, los británicos han reaccionado con resentimiento, demostrando, una vez más, cuánto escuecen en las Islas Británicas las opiniones negativas procedentes de Francia. Desde las páginas del conservador diario Daily Telegraph, un conocido periodista contraatacaba con ferocidad esta semana, poniendo en tela de juicio las más sagradas virtudes francesas, incluídas las gastronómicas.

Para Boris Johnson, un nombre muy conocido en el panorama periodístico londinense, hasta los valores más establecidos, como la belleza de la capital francesa, tienen un lado vulnerable. "París ha podido conservarse como una exquisita ciudad gracias, en buena medida, a la prudente decisión francesa de capitular en el momento preciso ante el ejército alemán, dejando para Londres y otras ciudades europeas la tarea de hacer frente a las atenciones de la Luftwaf1é", dice Johrison. Sin dejar de pasar revista a los escándalos de corrupción que afectan a algunos políticos franceses, el mismo autor explicaba el "ataque" francés en base al pánico que les provoca la amenaza "de extinción a largo plazo de su lengua materna a manos del idioma de Shakespeare".

Lo malo del caso es que las opiniones del informe francés se basan en numerosos artículos publicados en la prensa británica, mayoritariamente conservadora, pero no por ello menos feroz a la hora de pasar revista a los males nacionales. De acuerdo con The Guardian, muchas de las más pretigiosas publicaciones conservadoras, caso del Financial Times o la revista The Economist han suministrado abundante "carnaza" sobre el Reino Unido a los estudiosos franceses. Eso y las opiniones de algunos de sus más destacados políticos, caso de Margaret Thatcher o el actual ministro de Asuntos Exteriores, Douglas Hurd. Por no hablar de los intelectuales ingleses.

Todavía está caliente en las librerías la última andanada contra el "sistema", un libro, titulado de forma elocuente, La conspiración de Oxbridge, en el que su autor, Walter Ellis, mantiene la tesis de que todo "se cuece" en el Reino Unido en los mismos viejos moldes de hace siglos. Que el poder se reparte entre los miembros de las mismas "capillas" que se nutren de ex alumnos de Oxford y Cambridge. Los altos niveles del funcionariado, de la magistratura, del Gobierno del Partido Conservador, pero también del Laborista están, según Ellis, copados por esa élite de antiguos alumnos capaces de modular la voz con el timbre preciso, dueños del adecuado currículo y de las necesarias conexiones sociales. Sin embargo, un intelectual conservador aficionado a las frases audaces, como el historiador e hispanista Raymond Carr, cree que esa vieja imagen tópica hace tiempo que pasó a la historia. "En este país cualquiera estudia ya en Oxford o en Cambrigde" sostiene Carr con un punto de desdén. "Las clases altas ya no marcan las reglas del juego, la Familia Real no pasa de ser una familia de clase media y nuestro primer ministro, Major, ni siquiera ha ido a la Universidad".

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