Los cerebros del asesinato el secretario del PRI querían evitar las reformas
Con el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu, secretario general del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y uno de los candidatos a ocupar la nueva presidencia de la Cámara de Diputados, los autores intelectuales del crimen pretendían evitar la reforma política de México, que, por ende, estaba abocada a debilitar el cinturón de hierro tras el que se escudan para sus prácticas mafiosas los narcotraficantes y ciertos dirigentes políticos.
Pero Ruiz Massieu no era un objetivo aislado: el inductor de esta operación, el aún prófugo diputado Manuel Muñoz Rocha, tenía en su poder una lista de políticos que iban a ser ejecutados uno tras otro, lo que hubiera sumido a México en el caos.Todas estas revelaciones son fruto de las declaraciones por se parado de las personas detenidas tras el asesinato. Falta la más importante, la del diputado y presidente de la Comisión de Recursos Hidráulicos de la Cámara, Manuel Muñoz Rocha, que ha sido señalado por los detenidos como el hombre que planeó y ordenó la muerte del número dos del PRI. La pérdida de la inmunidad parlamentaria de que aún goza Muñoz Rocha, que no se presentó a la reelección en los comicios de agosto, era reclamada ayer con toda urgencia por la Procuraduría General de la Re pública a la Cámara.
Hasta el momento se sabe que el asesinato de Ruiz Massieu, un reformista próximo al presidente Carlos Salinas de Gortari, se planeó en los pasillos de la Cámara de Diputados. Pero, en un país donde aún no se ha aclarado quién mató en marzo al candidato presidencial del PRI Luis Donaldo Coloslo, llamar cerebro del nuevo crimen a un diputado de Tamaulipas, por muy presidente que sea de la Comisión de Asuntos Hidráulicos de la Cámara es enormemente precipitado.
Lo importante, a juicio de diferentes observadores, es que, a medida que se detiene a alguien involucrado en el asesinato, aparece un escalón superior. Por eso todos están ahora pendientes de la posible captura de Muñoz Rocha, que podría tirar de la manta y revelar hasta dónde ha corroído el crimen organizado a la política mexicana.
Ruiz Massieu se perfilaba como presidente de la nueva Cámara de Diputados, que iniciará sesiones junto con el relevo presidencial del 1 de diciembre. De hecho, fue asesinado minutos después de celebrar una reunión con el grupo parlamentario del PRI, del que había sido nombrado días antes máximo responsable. La mayoría que consiguió en las últimas elecciones el partido del Gobierno le permitía prácticamente llegar a la presidencia de la Cámara con suficientes votos a favor.
Con la pretendida llegada de kuiz Massieu a la Cámara también se barajaba su nombre como secretario de Gobernación (ministro del Interior)- y la casi ya decidida presencia de su hermano Mario al frente de la Procuraduría General de la República (de la que ahora es segundo titular), se fortalecía la presencia en instituciones claves del sistema de políticos reformistas e insobornables, hasta ahora apegados al presidente Carlos Salinas de Gortari pero en la órbita también de su sucesor, Ernesto Zedillo.
Los detenidos, entre los que se encuentran el autor material del crimen y un amigo cómplice, el chófer de Muñoz Rocha y el hermano del secretario técnico de' la Comisión de Asuntos Hidráulicos de la Cámara de Diputados, han sido los que han puesto al descubierto toda la ambiciosa trama con su confesión a la policía.
Algunas de sus declaraciones son vagas y se esperan completar si son capturados tanto Muñoz Rocha como el funcionario Fernando Rodríguez González, también prófugo. Es el caso de la lista que, según Jorge Rodríguez González, hermano del anterior, disponía Muñoz Rocha con una serie de políticos reformistas que iban a ser asesinados progresivamente después de Ruiz Massieu. Hasta ahora, según la Procuraduría General de la República, se desconoce quiénes la integran.
Esto último no implica que las declaraciones de Rodríguez González hayan sido claves para descubrir otros aspectos importantes de la trama, entre ellos un plan ideado por Muñoz Rocha para que fuera nombrado un fiscal especial de su cuerda que "le diera largas al caso", según la confesión de aquél. Esto deja entrever que un sector de la justicia mexicana también tiene mucho que perder con una limpieza a fondo del sistema mexicano.
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