"Cuando ven al capitán del barco en chándal los niños se desilusionan"
Los niños de Madrid se imaginan que el piloto del barco que surca las tranquilas aguas del estanque del parque del Buen Retiro viste uniforme marino, gorra a juego, pendiente en la oreja (para añadirle un complemento pirata) y pata de palo. Cuando llegan al minilago que se inauguró en 1631 se encuentran con Vicente García, de 32 años, fontanero de profesión y que desde mediados de los años ochenta timonea el barco que da una vuelta a cambio de 20 duros. Vicente explica que el Ayuntamiento está en trámites de conseguirle el título de patrón de embarcaciones. La Puerta de Alcalá, el viejo barco del Retiro, en dique seco desde hace un par de años, ha sido reemplazado esta semana por una nueva embarcación de menor capacidad que se botará en breve y que ya ha sido bautizado como El Suspiro. El estanque del Retiro vuelve a tener barco.
Pregunta. ¿Se desilusionan mucho los niños al verle en chándal?
Respuesta. Sí. Por eso, ahora que dicen que nos van a cambiar el uniforme [un chándal] qué menos que nos den uno parecido al de un marinero; por la cosa de la imaginación de los niños que comentan: "Mira papá, el capitán de barco no lleva gorra ni nada", o "el capitán de barco es bueno porque no tiene pata de palo". Menos mal que llevo pendiente y ellos creen que es cosa pro pia de un capitán.
P. ¿Por qué los trabajadores del estanque han bautizado el nuevo barco como El Suspiro?
R. Porque mis companeros y yo siempre estábamos suspirando, cuándo traerán el nuevo barco, cuándo lo traerán! y cuando llegó el jueves, suspiramos de alivio. Había un montón de gente mirando emocionada y aplaudiendo. Los niños estaban muy alegres y preguntaban si ya se podían montar.
P. El nuevo barco es más pequeño (12,5 metros en vez de 15), más soso y más feo que el viejo.
R. Para mi gusto podían traer una embarcación que entone algo más con el estanque y con el Retiro. Al nuevo le falta un algo, lo ves y no te dice nada. El viejo era mucho más bonito y mucho más barco que éste.
P. ¿Montó de niño en el viejo barco?
R. Cuando era niño venía al Retiro con mi padre y yo decía que cuando fuera mayor quería ser capitán de yate. Ha sido una de esas casualidades de la vida, porque mi profesión es la de fontanero.
P. ¿Qué anécdotas ha anotado en su particular cuaderno de bitácora?
R. Nunca me olvidaré del día de Reyes de 1987. A las 9.30 salí a dar la primera vuelta y me encontré con una persona ahogada. Todavía no sabemos lo que pasó. Lo que extrañó a la policía es que el hombre iba en camisa y con zapatos de marca. El otro susto ocurrió cuando un niño que iba con su padre se precipitó al agua. Lo que me cabreó fue que nadie se atrevía a saltar, ni su padre. No me lo pensé. Paré el motor y salté al agua a por el pequeño.
P. Además de estar achacosa, la barca antigua ardió. ¿Corre peligro la nueva?
R. Con ésta pasará exactamente lo mismo si no se pone vigilancia. La vieja barca la quemaron, pero el mayor problema es que hay muchos salvajes. Por las mañanas, sobre todo en verano, descubres que se han meado o cagado dentro. También que hay botellas rotas o incluso que están durmiendo allí.
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