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Brasil vota el lunes con un ansia de cambio sin precedentes

Juan Jesús Aznárez

Brasil, que registra una de las distribuciones de la renta más injustas del mundo, acude este lunes a las urnas con un optimismo en el futuro y una ofensiva hacia el cambio muy pocas veces conocidos. El barbudo Eneas Cameiro, desazonante revelación de la campaña electoral brasileña, concluye mítines y discursos identificándose con gran solemnidad y resonancias bíblicas. "Mi nombre es Eneas", truena en las tribunas.El ex sargento, de 55 años, cardiólogo, pastorea un nacionalismo falsario y ultraderechista y ocupa el tercer lugar en la tendencia del voto, muy por detrás del favorito a la presidencia de la república, el socialdemócrata Fernando Henrique Cardoso, y de su principal rival, el sindicalista Luiz Inacio Da Silva.

La irrupción de Eneas, ridiculizado primero como bufón, confirma también la existencia de serias frustraciones en el electorado y su destemplada mudanza hacia el espantajo como una actitud de protesta por tantos años de ineptitud y corrupción. Según las últimas encuestas, los comicios pueden ser ganados por Cardoso en la primera vuelta.

El aspecto fundamental de la campaña ha sido la pugna entre el sociólogo y economista del Partido Socialdemócrata Brasileño, Fernando Henrique Cardoso, de 63 años, apoyado por el Gobierno y coligado con el conservador Partido del Frente Liberal, y el ex tornero Luiz Inacio, Lula, da Silva, de 48 años, dirigente del Partido de los Trabajadores y carismático entre su gente. Algunos analistas precisan que, de hecho, Lula no ha librado la batalla contra Cardoso, sino contra el Plan Real, promulgado en julio por el Ejecutivo con inmediatos y agradecidos efectos en el ánimo de la mayoría de los brasileños al controlar una inflación rampante y promover la ansiada sensación de estabilidad.

El momento de la economía nacional es bueno, con un crecimiento de cinco puntos en las previsiones de este año y unas reservas de 45.000 millones de dólares, pero la consolidación de esta recuperación exige reformas y un cambio de mentalidad.

Lula, a quien se reprocha que sabe lo que hay que hacer pero no cómo hacerlo, marchó destacado en todas las proyecciones hasta que el Plan Real invirtió las simpatías. Su objetivo es pasar a la segunda vuelta, el 15 de noviembre, pero, temiendo que no pueda ser así, el jueves se manifestó dispuesto a colaborar en un eventual Gobierno de Cardoso. "Gane quien gane, compartimos una amistad hace 16 años y seguiremos hablando", dijo.

Lula acusa a su rival, un intelectual formado en la izquierda y partidario de la apertura económica, de estar maniatado al haber aceptado el acompañamiento de "lo peor que existe en nuestra política, principalmente el Partido del Frente Liberal, que tiene varios políticos procesados por corrupción, y es uno de los responsables de la miseria del país".

Por primera vez en la historia brasileña se observa un desplazamiento hacia la izquierda: latifundistas, grandes industriales y banqueros, el gran poder económico que controló política y Gobiernos, sin candidato propio, se movilizó con Cardoso en la certeza de que Lula Da Silva en el mando les sería adverso.

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