Dos años a la sombra

"No lo sé creo que nunca llegó a hacerse". Carmelo, un jubilado de Valdemoro de 72 años, aún no sabe que el pueblo tiene un penal desde hace dos años. Eso mismo le pasa a muchos de los 18.700 habitantes de la localidad. "El 80% de los vecinos no sabe dónde está la cárcel", comenta el alcalde de la localidad, el socialista José Huete, quien prosigue: "Ésa es la prueba más evidente de que su edificación no ha supuesto ningún trauma". La prisión, que levantó protestas durante su construcción no ha alterado la vida del municipio, aunque hay quien lo achaca a la multitudinaria presencia de la Guardia Civil."Por mucha cárcel que haya, Valdemoro es el pueblo de la Guardia Civil", comenta Saturnino, de 52 años, en alusión al Colegio de Guardias Jóvenes Duque de Ahumada. No en vano, uno de cada cuatro vecinos de Valdemoro -uno de los municipios con menor índice de delincuencia de la región- o es guardia civil o tiene un familiar en el Cuerpo.Alberto Romal, de 32 años y residente en Valdemoro desde hace tres, sitúa la cárcel "en algún lugar entre Pinto y Valdemoro". Su mujer, Alicia, no se pone de acuerdo sobre su situación exacta, "quizá al norte o al noreste". Pocos saben cuál es el camino para llegar allí. En realidad, la pregunta tiene trampa ya que no existe ningún camino directo que comunique al pueblo con su cárcel. Sólo una de las cañadas que circunda el pueblo se aproxima hasta allí. El Ayuntamiento ni siquiera ha asfaltado el camino.

En el apartado económico, el penal sí ha defraudado. El Ayuntamiento creó, con capital público, la empresa Aserval con la finalidad de prestar servicios de limpieza, transportes y recogida de pedidos tanto al personal como a la población reclusa. Para el alcalde "era una iniciativa muy bonita que daba trabajo a 50 personas y potenciaba el comercio local". Sin embargo, la cárcel, que cuenta con 1.600 reclusos y 600 funcionarios se reveló autosuficiente y Aserval, con un presupuesto anual de 60 millones, tuvo que reconvertirse.