Una vaca en el diván

Borsu Af-shari, de 38 años, es capaz cubrir si una vaca sufre melancolía, si un caballo de carreras echa de menos a su primer jinete o si un perro es deficiente mental. Afshari es el único veterinario psicoanalista que trabaja en España. Hace tres meses abrió una consulta psicológica para animales en el Soto de la Moraleja, un barrio de Alcobendas (82.300 habitantes)."Al principio, los veterinarios tradicionales se reían de mí. No comprendían que los animales pueden padecer las mismas enfermedades mentales que los humanos. Son seres vivos que sufren y sienten. Freud efectuó sus primeros experimentos psicológicos con animales. Luego los trasladó al hombre". Según Afshari, un animal puede sufrir depresión, angustia, irascibilidad, o ser deficiente mental.

Este veterinario iraní, doctorado por las universidades de Teherán y Miami, afirma: "Las enfermedades de los animales, al igual que las de los humanos, pueden tener un origen fisiológico o psicológico. Los veterinarios tradicionales sólo son capaces de tratar las primeras. Mis estudios me permiten efectuar psicoanálisis a dueños y animales para descubrir el origen de los males".

Con estas técnicas, Afshari descubrió por qué una vaca lechera australiana traída a España había dejado de dar leche. "El problema, tras examinarla, estaba claro: echaba de menos a las compañeras con las que se había criado en Australia". Los propietarios de la vaca se vieron obligados a importar a sus amigas para que el animal volviese a dar leche.

Uno de los casos más difíciles que ha curado el veterinario fue el del puma con vómitos. Una familia madrileña guardaba en su jardín un puma enjaulado desde hacía once años. El felino, de repente, se negó a comer: tenía diarreas y vómitos. Además, se mostraba sumamente agresivo. Ningún veterinario podía tratarlo. Los dueños no dejaban tampoco que Afshari se acercase al felino si el animal no era narcotizado. El veterinario, sin embargo, no quería adormecer al puma "porque entonces sus ritmos vitales cambiarían radicalmente". Tras firmar que entraba en la jaula bajo su responsabilidad, los dueños le permitieron hacerlo. "Era un animal que llevaba once años sin tocar a un ser vivo. Nos miramos fijamente. Le hice comprender que no le temía. Se abrazó a mí y comenzó a lamerme. Todos los presentes comenzamos a llorar de emoción". Su tratamiento fisiológico y psiquiátrico duró tres meses.

El veterinario considera que la mayoría de las enfermedades psicológicas de los animales son debidas a dos causas: su trato con el ser humano y la consanguinidad. "Los criadores mezclan durante años animales de las mismas familias. Al final, arrastran graves enfermedades psíquicas, como la agresividad incontrolada".

Borsu Afshari trabaja actualmente en un grupo de investigación de Estados Unidos. Estudia los efectos beneficiosos que el contacto con los animales puede ofrecer a las personas, especialmente a los niños con síndrome de Down y personas drogodependientes. "Aunque sea difícil de creer, tenemos mucho que aprender de los animales", termina.

Centro Veterinario Soto de la Moraleja. Teléfono 650 9148.