La experiencia
EDUARDO RODRIGÁLVAREZ, "El objetivo de un portero, antes, ahora y siempre, es evitar goles; por tanto lo principal es no complicarse la vida". La sentencia de Luis Arconada, el último guardameta indiscutible en el país, condena cualquier disquisición sobre los efectos de los cambios normativos en el perfil de los porteros. Las dudas, polémicas o contrastes de pareceres sobre la idoneidad de uno u otro en un equipo o en una selección, pertenecen al terreno de las subjetividad. "Cuando Clemente opta por Zubizarreta o un entrenador se decanta por un portero, el asunto está cerrado", afirma Luis Arconada.
Los cambios reglamentarios que acrecientan el valor futbolístico del guardameta más allá de su portería no altera, en opinión de los ilustres, el perfil clásico del portero "aunque sí exige un proceso de adaptación". Sin embargo un portero debe adaptarse a esta circunstancia del mismo modo que se adapta a un cambio de defensa, de táctica o de equipo. Ante la nueva normativa su misión en las jugadas con el pie se traduce por tanto "en combinar con su defensa cuando dispone de comodidad o enviar el balón fuera cuando prevé apuros. Su objetivo sigue siendo evitar el gol antes y ahora", explica el ex guardamenta de la Real Sociedad y de la selección española. El perfil del buen portero sigue teniendo valores inmutables. El primero, la experiencia que explicaría en buena medida las decisiones de Clemente o Valdano respecto a Zubizarreta y Buyo en su pugna con Cañizares.
La experiencia aporta serenidad, colocación y aplomo para prever las intenciones del rival y dominar la situación. Condición atlética, agilidad y reflejos definen los contornos físicos del guardameta una vez enterrada la polémica sobre su altura y envergadura idóneas. De hecho Iríbar y su sucesor, Arconada, respondían a características físicas diferentes.
Intuición, sangre fría y sentido colectivo completan un manual de actitudes para redondear las condiciones innatas de cada guardameta.
Iríbar y Maier (el que fuera guardamente del Bayern y de la selección alemana) personifican el Olimpo de los guardametas en opinión de Arconada: "Hoy, a pesar de los cambios introducidos, ocurriría lo mismo porque las cualidades de un portero exceden a los rigores reglamentarios".
El resto pertenece al terreno de lo anecdótico. El mexicano Jorge Campos e Iríbar pretendían el mismo objetivo con su indumentaria: incrementar su oposición al delantero. El primero se viste de colorines; el guipuzcoano se vestía de negro. En eso sí han cambiado los tiempos.
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