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LAS INSTITUCIONES DE BRETTON WOODS

Una pequeña ciudad de funcionarios y papel ecologico

Un gran despliegue de medios acoge en Madrid a 15.000 personas

Victoria Carvajal

El inglés es un requisito imprescindible para cualquiera de los 400 chóferes que a partir de mañana trasladarán a los delegados que asisten en Madrid a la Asamblea Anual del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Como todas las asambleas, que se celebran anualmente en Washington y, cada tres años, en la capital de uno de los 179 países miembro de estas dos instituciones, el despliegue de medios es abrumador. 2.140 millones de pesetas ha costado su organización, que ha corrido a cargo de la sociedad estatal Madrid 94.Pero este dinero luce poco en la ciudad. Por lo menos, poco a los ojos del madrileño de a pie. Los atascos serán los mismos. Las obras seguirán sin terminar y gran parte de las calles, mal pavimentadas. A diferencia de otras ciudades que aprovechan la ocasión para renovarse de arriba abajo, Madrid seguirá siendo la misma. Sólo algún pase fugaz de un coche oficial recordará a los madrileños que en su ciudad se está celebrando una de las más importantes reuniones anuales de la tribu económica internacional.

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Una intensa actividad

La actividad se concentrará en el Campo de las Naciones, un incipiente complejo empresarial al noreste de la capital. Cientos de arbustos y árboles han sido plantados en la Avenida 25 de Septiembre, la arteria que desemboca en el recinto ferial. Un pequeño esfuerzo que apenas alegra el desolador paisaje que rodea a la zona. Tampoco los árboles del Parque Juan Carlos I han crecido a tiempo para la ocasión y el lugar sigue teniendo el triste aspecto del páramo que era antes de. su creación, hace dos años.

Eso sí, una vez traspasados los controles que rodean el recinto reservado para la asamblea, la organización está pensada hasta el último detalle. Desde la cobertura de los gastos que supondría el aplazamiento de la reunión si ocurriera un acto terrorista hasta el club donde los participantes pueden ir a jugar al tenis, squash o paddle, pasando por el almuerzo que la esposa de Pedro Solbes, ministro de Economía, ofrecerá a las mujeres de los miembros del comité de gobernadores.

Se espera la asistencia de 15.000 personas, lo que equivale a casi el doble de la población de la localidad madrileña de El Escorial. A su disposición habrá tres edificios que suman 150.000 metros cuadrados. Será una pequeña ciudad dentro de una ciudad.

Siete millones de hojas de papel ecológico, 50.000 vasos de papel, 17.000 lápices, 13.000 sillas, 2.500 sillones, 2.400 mesas, 1.000 ceniceros, 1.500 papeleras, 600 percheros, 450 ordenadores personales, 80 pantallas de televisión y 2.000 teléfonos para las 200 líneas instaladas por Telefónica esperan la llegada de los participantes.

Las intervenciones de cualquiera de los 3.000 delegados oficiales serán traducidas simultáneamente al inglés, español, francés, árabe, ruso, chino y alemán. 1.000 funcionarios o sherpas se encargarán mientras tanto de prepararles los informes que leerán 3.000 visitantes, pertenecientes a organizaciones tan dispares como el Banco de Pagos Internacionales, la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo o la Organización para la Liberación de Palestina, además de 1.700 periodistas de todo el mundo.

Aunque todo este montaje pasará desapercibido para la mayoría de los madrileños, la economía de la capital sí notará sus efectos. Se espera que los visitantes extranjeros gasten durante su estancia 3.438 millones de pesetas. Sólo en facturas de hotel y restaurantes se prevén unos ingresos de 2.600 millones.

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