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LA AUTOVÍA MADRID-VALENCIA

Abanico de rutas sobre el Cabriel

La controvertida autovía que unirá Madrid y Valencia por las cercanías del pantano de Contreras, junto a los parajes de Los Cuchillos y las hoces del río Cabriel, se ha convertido en una disputa de protagonismos y en una caza de opiniones. José Bono ha aglutinado la opinión favorable de ecologistas. José Borrell pone sobre la mesa los estudios técnicos de su ministerio, razones de necesidad y consideraciones de precio.Unir Madrid y Valencia por autovía está a la espera de resolver el estrangulamiento que supone la actual carretera que discurre sobre el dique del pantano de Contreras en el río Cabriel.

Existe la alternativa teórica de evitar por el norte no sólo las hoces, sino también el pantano, lo que significaría construir 150 kilómetros de autovía nueva por Cuenca y dejar inutilizado todo lo ya construido. Otra solución sería desdoblar la actual carretera del dique a fuerza de pilares elevadísimos: cinco años de obras y más de 20.000 millones de inversión son el inconveniente de esta solución.

Quedan, pues, tres alternativas, situadas entre el dique del pantano y las hoces. La primera, la A, preferida por el presidente de Castilla-La Mancha, José Bono, plantea, a juicio de los técnicos de Obras Públicas, peligro de deslizamiento del terreno y la dificultad de encontrar un ingeniero que se haga responsable de obras que podrían dar origen a futuros reforzamientos y arreglos de lo ya hecho. La alternativa B, un proyecto desestimado, porque traza la autovía adosada a Los Cuchillos, una sucesión de riscos que parecen esculpidos.

Entre éstos y el inicio de las hoces (un impresionante desfiladero por donde el río discurre mansamente encajonado) hay poco más de dos kilómetros en línea recta ocupados por un valle cruzado por una línea de alta tensión, caminos rurales, un pinar, un cortafuegos y algunas tierras pobres de labor. En medio de esas dos muestras de belleza salvaje (las hoces y Los Cuchillos), el valle se antoja vulgar.

La alternativa C inicial de Borrell era aprovechar el inicio de las hoces para tender un puente de 200 metros de luz, "el mayor de España". Con la contestación surgida en defensa de las hoces, este proyecto ha sido sustituido por otro (la alternativa mejorada, C,) en el que la autovía se separa 300 metros del inicio de las hoces. Cabe distanciarla más, pero el desnivel del valle a cubrir aumentaría la longitud del viaducto y su coste.

La polémica se reduce al tinglado de una autovía en medio de un valle que separa dos bellezas naturales. Bono amenaza con declarar parque natural protegido la zona, pero su poder de decisión se acaba con el río Cabriel, cuyo curso delimita las provincias de Cuenca (CastillaLa Mancha) y Valencia. Si la Comunidad Valenciana hiciera lo mismo, podría intervenir la Administración central del Estado. El conflicto está servido, adobado con una pelea de protagonismos entre Borrell y Bono. Este último dice que no permitirá la agresión a las hoces; Borrell se desgañita en demostrar que su autovía no cruza ese enclave.

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¿No bastaría con aceptar que la voz de alarma ha servido para tomar conciencia de un problema ecológico y, concediendo a Bono la victoria de la alternativa C mejorada -que Borrell hoy apadrina-, encontrar un punto intermedio entre respeto al medio ambiente y desarrollo?

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