FaIta la magia
Bernie Ecclestone, Max Mosley y todos los jerifaltes de la Fórmula 1 están a punto de salirse, aparentemente, con la suya. La sanción contra el líder del campeonato, el aleman Michael Schumacher, su descalificación posterior y las pírricas victorias de Damon Hill, han vuelto a poner el campeonato en un pañuelo. No han conseguido, sin embargo, que este haya sido el año del despertar de Ferrari, pese a lo mucho que se han esforzado en ello.Pero todo ello, unido al catastrófico -y morboso para el gran público- comienzo de la temporada, saldado con la muerte del único piloto carismático que quedaba en el circo, el brasileño Ayrton Senna, además de otras víctimas de menor nombre, no ha servido para relanzar el atractivo de este gran espectáculo, uno de los que mejor definen los tiempos que vivimos.
Las modificaciones técnicas, diseñadas para igualar las prestaciones de los bólidos y aumentar así la competitividad de los pilotos, se han saldado con varias catástrofes y la dominación casi insultante de Schumacher y su Benneton con motor Ford V8, a un nivel parecido al que sostuvieron en otros timpos Senna y McLaren-Honda o Nigel Mansell y Williams-Renault y que precisamente llevaron a planterse el problema de devolver emoción al espectáculo.
Más grave aun. Tras la retirada de Alain Prost, la escapada de Mansell al circuito norteamericano y la muerte de Senna, la Fórmula 1 se ha quedado sin protagonistas carismáticos. Con la excepción de Schumacher, da la impresión, por lo visto a lo largo de la temporada, de que nadie destaca entre el resto de los pilotos.
Los que en un tiempo fueron promesas, como el francés Jean Alesi, fichado en su momento por Ferrari por cifras escandalosas y presentado como la reencarnación del mítico Jacques Villeneuve, sigue sin ganar un gran premio. Hill, más parece un piloto de pruebas que un futuro campeón del mundo y más vale no hablar del finlandes Mika Hakkinen, el fichaje de McLaren, incapaz de acabar una sola carrera.
Pero en último termino, todo se arreglaría si Senna, Mansell y Prost estuvieran disputándose el título en cada carrera. Mientras no surja la esta magia, la Fórmula 1 seguirá languideciendo.
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