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Dos heridos al estallar una bomba unionista en un tren en Dublín

Una bomba de escasa potencia colocada bajo uno de los asientos de un tren procedente de Belfast estalló a media mañana de ayer en la estación Connolly de Dublín. Dos pasajeros resultaron levemente heridos por el artefacto, uno de los siete que aseguró haber colocado en diferentes puntos estratégicos de la capital de la República de Irlanda la denominada Fuerza de Voluntarios del Ulster (UVF). Una llamada anónima a la estación advirtió de la presencia del explosivo un minuto antes de que estallara.La misma voz anuncié la existencia de otras seis bombas colocadas en lugares estratégicos de la ciudad, incluido el aeropuerto, pero la policía no detectó ningún otro artefacto. El ministro británico para Irlanda del Norte, Patrick Mayhew, condenó ayer sin paliativos el atentado de los paramilitares del Ulster y pidió a los republicanos que no tomen represalias por lo ocurrido.

La ofensiva terrorista del grupo paramilitar prounionista se produce apenas 24 horas después de que el primer ministro irlandés, Albert Reynolds, hiciera una nueva llamada a los grupos ultras probritánicos del Ulster para que cesen en su campaña de violencia y se sumen al alto el fuego decretado por el IRA.

La negativa de los paramilitares unionistas a secundar el alto el fuego se basa en la sospecha de que la tregua del IRA es fruto de un trato secreto con el Gobierno de Londres. Tampoco consideran que el IRA haya aclarado lo suficiente el grado de estabilidad de su ofrecimiento de paz.

Sin embargo, el domingo, el ministro de Asuntos Exteriores británico, Douglas Hurd, aseguró que existe cierto optimismo en cuanto a una aclaración de la permanencia del alto el fuego por parte del IRA.

En un constante tira y afloja entre la audacia política de los nacionalistas irlandeses y la reacción inmovilista de los unionistas, Londres ha reclamado del presidente de EE UU, Bill Clinton, una actitud de extrema discreción durante la próxima visita del presidente del Sinn Fein, Gerry Adams, a Washington. Los temores de Downing Street se centran en la posibilidad de que Adams -que esta vez no ha tenido que salvar especiales obstáculos para que su visita fuera autorizada por Washington- llegue a entrevistarse con Clinton, una vez que recibió la semana pasada las bendiciones del primer ministro irlandés.

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