Cansados y aburridos
No resulta fácil entender el comportamiento de los novilleros; sobre todo, cuando se manifiestan cansados, aburridos, abatidos, sosos, desilusionados, inseguros, embarullados y extraños. Tantos meses a la espera de una oportunidad en la Maestranza, y cuando llega el gran día, raro es el que no encuentra mil razones para justificar una actuación desafortunada que más bien parece una despedida. Todo ello es más lamentable cuando los novillos permiten el toreo. Los guardiolas tuvieron recorrido, nobleza y orejas para encumbrar a un aspirante con la pasión necesaria.Antonio Muñoz trazó una verónica en toda la tarde, que es un bagaje muy corto, ciertamente, y comenzó sus faenas con gusto y ligazón, y todo se diluyó después en una labor sin emoción, impersonal y aburrida.
Domínguez / Muñoz, Triana, Andana
Cinco novillos de María Luisa Domínguez (uno fue devuelto por inválido), justos de presencia, nobles; 3o sobrero de Salvador Guardiola, bravo y noble. Antonio Muñoz: aviso y silencio; palmas. Domingo Triana: silencio y vuelta. Javier Andana: silencio; aviso y silencio.Plaza de la Maestranza, 11 de septiembre. Un tercio de entrada.
Los mejores momentos los protagonizó Domingo Triana, voluntarioso ante su primero, y entonado en el quinto, al que le instrumentó algunos derechazos y naturales aceptables.
Andana fue el triunfador del ciclo de novilladas sin caballos del año pasado. Debutaba con picadores en Sevilla y decepcionó profundamente. Le falta lo más importante, el valor, y de ahí se desprenden todos sus defectos: baile permanente de pies, inseguridad y naufragio final.
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