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Atrapados en su propia casa

1.352 ancianos sin movilidad carecen de ascensor en seis distritos

Los lunes, miércoles y viernes, Carmen Escalona, viuda de 76 años, madruga mas que el resto de la semana. Desde las seis de la mañana se prepara para cuando vengan a recogerla para trasladarla a la residencia de una asociación privada sin ánimo de lucro, Asispa, a eso de las 10, donde pasará el día charlando con sus amigos y haciendo manualidades. Con las caderas y las rodillas operadas y un marcapasos, Carmen no puede valerse sola fuera de su casa y menos si su edificio no tiene ascensor. Ella es uno de los 1.352 ancianos que viven en casas sin elevador en seis distritos de Madrid que suman casi 900.000 habitantes (Ciudad Lineal, Salamanca, San Blas, Arganzuela, Retiro y Chamberí).La última memoria (de 1992) de la Asociación de Servicio Sectorial e Integral para Ancianos (As1spa), que atiende a 2.833 mayores de esas zonas, refleja que, además, 470 mayores habitan pisos sin ducha o bañera, 187 que no tienen agua caliente y 25 con el cuarto de baño compartido con otros vecinos. El 65% de estos ancianos, atendidos por 600 auxiliares, son propietarios del piso en el que habitan y sólo el 9,3% ha decidido venderlo o cederlo para mantenerlo en usufructo.

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"No tener ascensor es convertir su casa en una cárcel", explica María del Carmen Zabala, directora general de Asispa. El anciano depende del auxiliar para todo, hasta para hacer la compra. Esta situación se agrava en verano. Los ancianos pierden la mitad de sus apoyos en los periodos de vacaciones al marcharse la amable vecina que les hace la compra o el tendero de la esquina que le sube el pedido. La soledad del anciano puede llegar a "situaciones dantescas, según explica la directora del servicio de ayuda a domicilio de Asispa, María Paz Lorenzo. Como la bibliotecaria que encontraron embutida en su cama en el barrio de Salamanca alimentándose de botes de leche condensada y galletas. La mujer sólo deja que la auxiliar le limpie el espejo.

El distrito de Centro es el más envejecido: casi una cuarta parte de sus vecinos superan los 65 años. El barrio de Salamanca es el más dificil de los seis que atiende Asispa. Las dos caras de la moneda conviven sobre el suelo más caro de Madrid. "Muchos habitan en interiores, en sótanos o en grandes casas en las que sólo usan dos habitaciones. En ese barrio, vive mucha gente sola, sin relaciones familiares. En Ciudad Lineal, por ejemplo, hay más relaciones de vecinos".

El contacto humano es fundamental. Asispa ha organizado en Arganzuela visitas a teatros o meriendas caseras con una anciana anfitriona. Pero la oferta estrella es el centro de día. Asispa tiene uno propio y cuatro concertados con el Ayuntamiento. "El anciano lo acepta muy bien, mejor que la residencia". Recoge a los ancianos en sus casas para llevarles a la residencia, donde pasarán unas horas entretenidos. "Les da vida; algunas mujeres se compran una batita nueva por primera vez en años o se cambian de collar", explican, como muestras de una nueva alegría de vivir.

Seis contratas (Asispa , Eulen, Asad, Amad, Apai) cuidan a domicilio a más de 5.500 ancianos con diferentes grados de atención en Madrid, con un presupuesto del Ayuntamiento para este año de 2.061 millones.

Asispa tiene a su cargo 3.008 personas, de las que 2.833 son mayores de 65 años. Carmen, en los dos días laborables que no va con sus nuevos amigos al centro, es atendida en su casa por una auxiliar que le hace la compra y la casa.

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