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Chiapas en el punto de mira

Los zapatistas han convocado a la resistencia pacífica en caso de fraude

MAITE RICOUna calma chicha reina en el Estado más convulsionado de México. Todos los conflictos que han sacudido Chiapas desde principios de año -el levantamiento zapatista, las ocupaciones de tierras por organizaciones campesinas, la guerra civil entre indígenas chamulas- parecen haber entrado en estado de hibernación en tanto se resuelven unos comicios que, dicen los optimistas, podrían dar un vuelco al apolillado régimen, del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Chiapas está en el punto de mira: este territorio en carne viva ha sido feudo tradicional del PRI.

Las autoridades respiraron al escuchar las conclusiones de la convención de organizaciones civiles convocada el pasado día 6 por el Ejército Zapatista de Liberación, Nacional (EZLN). La voz de esta guerrilla indígena, el subcomandante Marcos, que semanas. ante! había afirmado qué el triunfo del PRI significaría la guerra civil retumbó en la Selva Lacandona para pedir la resistencia pacífica en caso de fraude electoral'

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El temor a que se reprodujeran los sangrientos episodios ocurridos tras el levantamiento del 1 de enero se desvanecieron. Los zapatistas se han limitado a pedir que se vote en contra del PRI y han abierto su territorio a las urnas: en los municipios de Ocosingo, Altamirano y Las Margaritas, los casi 30.000 electores registrados (el 1,6% del censo electoral de Chiapas) podrán votar sin sobresaltos.

Otro frente abierto en Chiapas, larvado durante décadas y desenmascarado al calor de la revuelta zapatista, es el de los campesinos sin tierra. El levantamiento dio pie a que miles de trabajadores del campo, agrupados en el Consejo Estatal de Organizaciones Indígenas y Campesinas (CEOIC), ocuparan mas de 400 fincas para reivindicar un trozo de tierra.

El Gobierno de Chiapas, presionado por los campesinos y los propietarios, ganaderos en su mayoría, no ha encontrado aún una respuesta a las demandas de tierra, y tampoco ha ultimado los desalojos de los predios invadidos. Inesperadamente, sin embargo, la escalada de violencia entre campesinos y ganaderos cedió el paso a una especie de tregua: los propietarios y la CEOIC unieron ese día sus fuerzas en forma de acuerdo para localizar y denunciar 33 latifundios que, según los indígenas, aún existen en Chiapas, violando la Constitución.

Por último, la guerra civil en el seno de la comunidad indígena chamula, una rama tzotzil que agrupa a unas 50.000 personas, ha entrado, de momento, en la vía de la negociación. La conversión a la religión evangélica es la excusa que los caciques chamulas han empleado para expulsar de sus comunidades a unas 30.000 personas.

El estado letárgico de estos conflictos durará poco. El germen del cambio que conllevan puede quedarse sólo en eso: el PRI tiene todas' las posibilidades de arrollar de nuevo. Chiapas contiene el aliento.

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