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Socialismo sin aliento

Desde las europeas, el Gobierno de Felipe González, prorrogado por escaso margen un año antes, no es sino un superviviente. (. ..) No se trató más que de un último éxito personal. Felipe fue incapaz de meter en la vereda del Gobierno al aparato del PSOE, ( ... ) y dos escándalos mayores -los casos Rubio y Roldán- vinieron a confirmar que la voluntad de cambio exhibida en las elecciones de junio de 1993 no era mas que un eslogan. ( ... )En este clima envenenado se desarrollaron las europeas. Eran, para los españoles, una buena ocasión para arreglar sus, cuentas domésticas rectificando su voto del año anterior, y no se privaron. ( ... ) Sin embargo, nada parece que vaya a ocurrir, al menos a corto plazo, en el seno del poder. ( ... ) Esta apuesta de la duración socialista, discutible en su espíritu, pero justificada en buena aritmética parlamentaria, no es posible sino por esa característica española que mezcla en el juego de los grandes partidos nacionales el de las formaciones nacionalistas regionales.

Con Barcelona en situación de rehén y con Sevilla de semifracaso, el Gobierno no puede mirar más que con inquietud hacia estos dos polos que fijan los límites de su poder. Lo que está en juego no es, sin duda, lo mismo para todo el país, pero el porvenir de España se escapa cada vez menos a la vieja dialéctica que ha sido siempre aquélla entro las tendencias centralizadoras y la teniación del regionalismo.

, 13 de agosto

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