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Entrevista:

La opulencia de España no tiene sentido desde aquí

Ana Alfageme

Luis Enrique Piñas Panizo, de 41 años, dejó su fonendoscopio de enfermero para sostener la vara de mando del Ayuntamiento de San Fernando de Henares (27.000 habitantes) hace tres años. Hace una semana dejó su sillón de alcalde socialista para sumergirse en el horror de la frontera de Zaire con Ruanda. No le bastó que el pleno de su pueblo aprobase por unanimidad el donativo "simbólico" de 300.000 pesetas, según comentaba ayer por teléfono desde la casa de Médicos del Mundo en Goma. Llamó a la organización y le pidieron un currículo. Tres días después, el pasado lunes día 2, voló al campo de refugiados de Mugumga, en Goma (Zaire). Desde entonces ha dormido en un catre de campaña.

Pregunta. ¿Cuál es su tarea un día cualquiera?

Respuesta. Me levanto a las seis de la mañana y subo al campo de refugiados: son 300.000 personas dispersas en un monte; estoy al cargo de una tienda con unos 20 enfermos, son jóvenes y tienen cólera, paludismo, meningitis... Si no subimos por la mañana al campo, preparamos los materiales para trabajar por la tarde.

P. ¿Qué hace un alcalde en un campo de refugiados como ése?

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R. La situación lo requería por mi profesión sanitaria. Tardé un tiempo en decidirme, pero luego todo fue muy rápido.

P. ¿Ha mencionado su posición de alcalde para ser elegido?

R. No; a mí me eligieron por saber francés, ser enfermero y por mi currículo. Conté que era alcalde ya aquí, en una especie de presentación del grupo que hicimos.

P. ¿Ha pensado en sus chabolistas de San Fernando? [Un asentamiento gitano de 160 personas que, tras una riada, vive al borde de la carretera].

R. Evidentemente, pero ninguna miseria de las nuestras es comparable con lo que hay aquí. No encuentro las palabras para describir esto [aunque luego, en el curso de la entrevista, las encontraría], siento una honda impresión e impotencia.

P. ¿Está contento?

R. Estoy moralmente satisfecho.

P. ¿Ha visto morir a muchos?

y a los que sacas adelante vuelven a un medio que es todo menos higiénico. Los enfermos a los que cuido yo están a ambos lados de la tienda, en el suelo, sobre un terreno muy duro, de lava. Son enfermos que tienen diarreas continuas... -

P. ¿Cómo se ve la opulencia occidental desde allí?

R. No tiene sentido. Si todo el mundo viviese esto daríamos más valor a las cosas...

P. Y a las personas ¿no?

R. Sí, y a las personas.

P. Y la corrupción, ¿cómo se divisa desde Ruanda?

R. No quisiera que esta conversación tuviese un tono político; la corrupción la veo mal, venga de donde venga.

P. ¿Ha sido víctima de la corrupción de la policía zaireña?

R. Algunos de nuestro grupo vieron cómo mataban con su propio fusil a un policía zaireño que quería quitarle un chaleco a un ruandés. Le quitaron el arma, le dieron de machetazos y luego un tiro.

P. ¿Qué ha sido lo más duro?

R. La primera visita al campo de refugiados. Vi a un bebé intentando alimentarse del pecho de su madre moribunda.

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Sobre la firma

Ana Alfageme
Es reportera de El País Semanal. Sus intereses profesionales giran en torno a los derechos sociales, la salud, el feminismo y la cultura. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora jefa de Madrid, Proyectos Especiales y Redes Sociales. Ejerció como médica antes de ingresar en el Máster de Periodismo de la UAM y EL PAÍS.

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