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Oviedo: La señorita librera

Echar una cana al aire...En cosa de segundos, a 120 a la hora por la civilización del asfalto, decidimos hacer un alto en Oviedo sólo para leer lag dos primeras frases de La Regenta, el novelón de Leopoldo Alas Clarín. Dice así refiriéndose a la hoy capital del Principado de Asturias: "La heroica ciudad dormía la siesta. El viento sur, caliente y perezoso, empujaba las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el norte...". Y ya en el trance compramos el libro, de pastas azules y baratísimo para sus 646 páginas, y pegamos la hebra con la librera, Concha Quirós, Conquita para mucha clientela. La señorita Quirós despacha libros desde cuando remató sus estudios de Filología en 1957. Su librería, de razón social, Cervantes, cumplirá 75 años en cosa de días. La fundó su padre, Alfredo Quirós, vivo aún, pero muy jubilado. La señorita Quiros es ahora el alma, el cuerpo y la tecnología de Cervantes. Desde chiquitina sabía que iba para librera; se acuerda de los tiempos de la dictadura cuando los lectores entraban en el inflierno, rebotica donde su padre escondía los libros prohibidos por la censura. Cervantes, en Oviedo y en todo el Principado, es una librería de mucho, de primerísimo rango. La señorita Quirós vive Cervantes como si ella la hubiese alumbrado: "Para mí los libros son todo; soy soltera y mi hija, mi marido, mi novio, son los libros". Jamás imaginó otro empleo de sus días. Dice la señorita Quirós que "el cliente se desnuda ante nosotros más de lo que él cree; una librería es un confesionario".

En Cervantes hay 200.000 libros para la demanda de los 220.000 habitantes de la ciudad y del millón y pico de toda la contorna asturiana. Este año, por poner un ejemplo, Cervantes ha abierto los ojos y, la boca ante best-sellers insospechados: el primero que emborronó todas las previsiones fue el diccionario de bolsillo de la Real Academia de la Lengua; y luego la Historia de España de Fernando García Cortázar y más luego, en Oviedo, que apenas se ve una corrida de toros en quinquenios, está triunfando Cómo ver una corrida de toros, de José Antonio del Moral. La emprendemos con los del Premio Nobel y dice la señorita que sí son buenos autores, pero que se dan por razones políticas; y añade que si Miguel Delibes no llega a Nobel, peor para ellos, "porque hace la prosa más bonita de hoy". A su modo de ver la tele no crea lectores, ni los quita. Para ella la lectura es estar a solas con un libro y, por lo mismo, vender consiste en "comunicar la soledad con un libro". ¿Y la receta?: tal es la cuestión. Su experiencia la dice que el autor más solicitado de las décadas de la revolución tecnológica es García Márquez desde aquel estallido que fue Cien años de soledad. Le preguntamos a la señorita Quirós si prefiere a Márquez o La búsqueda del tiempo perdido; dice que no relee nunca, quizá por deformación profesional, pero de releer abriría de nuevo la obra de Proust. Ella, la señorita Quirós lee entre dos y tres libros por semana, de narrativa mayormente; y cuando un título le gusta se relame como si comiera un pastel. El que más libros se ha comprado es profesor de instituto y responde por Jesús Villa Pastur, vecino de Luarca; desde hace medio siglo, cada semana, pasa por Cervante y compra todo lo que le interesa.

Cuando ya nos vamos los dos de la inmensa e iluminada Cervantes le decimos una anécdota a la librera: en su última visita a Londres, a la entonces su colega, Margaret Thatcher, el presidente Adolfo Suárez dialogó con ella de sus asuntos y al cabo del diálogo la señora británica acompañó al señor Suárez hasta la puerta y le espetó: "No le voy a ilustrar a usted de lo encogido de nuestro tiempo, pero pienso que un político siempre tiene que encontrar un hueco para leer un libro". La señorita Quirós comentó: "Los que leemos corremos el peligro de ser pedantes".

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